miércoles, noviembre 07, 2012

Secuelas del verano


Leyendo el Diario de Ibiza se me reafirma una vieja convicción: En la isla no tenemos equinoccios, nos hemos quedado solamente con el verano, con toda su crudeza y con su ritmo descabalgado. A esta fase de locura suceden dos semanas para ir cerrando tiendas, hoteles y almacenes. Y ya nos escondemos como los animales de sangre fría dentro de nuestro tronco, frente a una chimenea o en el interior del apartamento. Verano e invierno.

 Claro, ya sé que muchos miles parten hacia el pueblo de la Península, donde al menos tienen agua corriente potable y no pagan alquiler; y otros muchos se van a la India o a Tailandia. El objetivo es salvar la economía del invierno hasta que en el próximo mes de junio podamos recomenzar la pesada tarea del acopio.
 Así que sólo tenemos dos estaciones, verano e invierno, han desaparecido los equinoccios y nos pasamos el tiempo entre dos mundos: las locuras del verano anterior, de las que hemos sobrevivido por razones inexplicables y las pruebas que nos esperan en el verano próximo. Quién sabe. Cuando escribimos, siempre lo hacemos de las secuelas o de las precuelas veraniegas.

Del verano 2012 observo que alguien acaba de descubrir algo que todo el mundo sabe desde hace lustros: los chavales intoxicados –borrachos dice el Diario– ocupan y saturan las camas de los centro de salud. ¿Dónde podríamos almacenar estos quintales de carne bautizada con alcohol etílico? ¿En el parking de las discotecas? ¿En los campos de fútbol, vacíos durante el verano?
Es innegable que llama la atención, pero Ibiza ha sido abducida por este subturismo o narco-turismo y no nos vamos a quejar ahora.
 Una isla tomada por las discotecas, los ´camellos´ y los pocos españoles supervivientes de la demencial ruta del ´bakalao´ de Valencia no puede desatender a las víctimas colaterales que van cayendo como moscas en julio y en agosto.

 Y encima la temperatura media en julio y agosto ha subido 2 grados en los últimos 30 años. Acabaremos todos ardiendo y no sólo por el calefactor del cambio climático. Tanto calor, anfetaminoides por un tubo y un agua de calidad infernal pueden conducir a serios trastornos psíquicos y físicos. ¿Dónde guardaremos a tantos borrachos si seguimos aumentando el número de ingleses que caen sobre Ibiza?
 Para acompañar estos calores tan pringosos en una Ibiza a 32 grados, añadamos otro dato que pone los pelos de punta: «El consumo eléctrico en las Pitiusas bate otro récord», mientras se estanca en el resto de las Baleares.
 Calor y humedad es poco. Falta una algarabía de decibelios encabronados. Y por aquí la policía municipal no tiene sonómetros, o solo tiene uno, o está estropeado o no quieren usarlo o no saben hacerlo o yo qué sé ni lo sabe nadie.

 Uno piensa en todo esto y el fenicio concluye rascándose la cabeza que tenemos el cielo ganado. El verano que viene más, ya hablaremos de las precuelas.