Si nadie se opusiera, este grupo de presión formado por
unos mallorquines cazadores y políticos adyacentes nos robaría
hasta la cera de las orejas a los ibicencos, como se dice
coloquialmente.
Robar está bien dicho, pues es una apropiación
indebida con el uso de la fuerza que da la ascendencia y el poder.
Pocas cosas tienen más fuerza que el boletín oficial. Nos hurtan
hasta el nombre.
Ya hace años que les duele a este grupo la denominación
específica de podenco ibicenco o ca eivissenc. Más que nada
en el bolsillo, porque estas cosas, -como las selecciones nacionales
de Cataluña- que buscan afanosamente bajo un difuso manto
identitario se reducen a una mera cuestión de dinero. Todo por la
pasta, mem.
Controlar la marca supone poder, dinero, organización,
exhibición, otorgamiento de pedigrís y otros ingresos bajo varias
formas diferentes. Dinero, ay el vil metal, cuántos crímenes se
cometen en tu nombre.
Por lo tanto, voy a reducir el problema a su justa
dimensión: a un grupo de gente avariciosa, pero no caeré en la
trampa pueril de referirme a los mallorquines en general, primero
porque no les conozco a todos, segundo porque no podemos tomar el
todo por la parte y tercero, porque la mayoría de mallorquines son
buena gente con la que tenemos que llevarnos como lo que somos: una
gran familia con un gran proyecto en común en el Archipiélago más
envidiado del planeta. Por lo tanto, no nos peleemos, que sólo
sacaremos arañazos.
No se crean los criadores ibicencos que la gilipollez y
la mala fe les afecta sólo a ellos. Me he informado con una
veterinaria mallorquina que está alarmada por este cambio de nombre,
así parece que le quieren llamar al podenco ibicenco “podenco
autócton balear” que es tanto como no decir nada, pues autóctono
de algún sitio lo somos todos. Y mucho menos usar el adjetivo
'balear', pues baleares son los siguientes perros mallorquines y no
hay que confundirlos: es ca mè, es ca de bou, es ca de bestiar,
es ca rater (y espero que nadie me lo catalanice, ya sólo nos
faltaría esto). En Menorca hay un ca de conills, que supongo
que es otra variedad de podenco. Hay podencos en Canarias y en
algunos otros sitios. ¿Vamos a llamarles baleares a todos?
Pero ninguno es como el podenco de Ibiza, hoy muy
extendido, porque se lo han llevado de Ibiza, lo han criado y
multiplicado y está repartido por todo el mundo -añorando la isla
fenicia llena de sol. La finura hija del hambre del podenco ibicenco
no la tiene ningún otro. Hete aquí que este grupo de listillos
(mallorquines, como podrían ser sicilianos) aparece en escena para
sacar tajada con métodos torticeros .
No me cansaría, sólo añadiré una cosa para el
Consell de Mallorca y el Govern Balear: Vamos a llevarnos bien y a
robar lo que se pueda, pero entre nosotros no vamos a pisarnos la
manguera. Con dos minutos la orden publicada en el boletín queda
derogada. No líen, ni alimenten historias de miedo y enfrentamiento.
Mejor así y sin tardanza, pues si tenemos que
discutirnos ya encontraremos fácilmente otros motivos seguramente de
más calado.