miércoles, julio 04, 2012

Los edificios, muy bien


En la última planta se han conservado los restos de la antigua ciudad púnica de Ibosim. Foto gentileza de Marco Torres

Hace años que lo vengo escribiendo: mientras en toda España se iba hinchando la burbuja, esta vieja piel de toro derrengado ha asistido a la proliferación diabólica, demencial, de museos. Y por supuesto, vías de AVE y autovías que van vacías o llevan a ninguna parte, urbanizaciones fantasmagóricas levantadas en los secarrales de la meseta y en algunos tramos de costa; y claro, aeropuertos inservibles antes de inaugurarse. Y otros muchos disparates, pantallas para el trinque nacional. El diablo lleve a aquellos bancos franceses y alemanes que comenzaron a regar España con crédito fácil, tan bien acogido por las mafias de los caciques locales. En Ibiza, mientras nos embarcábamos en costosas e interminables obras de remodelación o reconstrucción, íbamos cerrando nuestros potentes y genuinos museos púnicos. Somos la leche. Son.
En cualquier pueblito español se levanta un hermoso edificio que pretende albergar un museo de referencia en arte contemporáneo. Cuando los visitas descubres dos cosas: 1) El continente muy bien, poco que objetar; pero sobre el contenido que debe llenarlo, sobre los artistas, sueles quedar frustrado, cuando no cabreado. Falta material, falta criterio, falta carne. Y en consecuencia, 2) Estas maniobras de pretendida cultura, dirigida por los políticos, han sido muy generosas con los arquitectos, pero a los artistas los ha dejado muertos de hambre y con un protagonismo en sordina y a la baja. Lo de siempre. 

Ahora reabre las puertas un reestructurado Museo de Arte Contemporáneo. En 1998 defendí públicamente en la SER la necesidad de estas obras. Lo que no sabía es que costarían 4 millones de euros (no llega a los mil millones, o sea, baratito). Pero aquí está y felicito a todos los que han participado en la tarea.
El edificio es del siglo XVIII, de 1727 creo, y el cubo añadido es obra de Victor Beltrán. Imagino que será una ampliación funcional. No conozco bien el tema, pero me ha encantado la solución de dejar los restos púnicos del sótano exentos y a la vista, tal como sugerí cuando se descubrieron. 
Uno está escarmentado por experiencias anteriores y aquí se arrasa con todo. Ahora están a salvo, o esto quiero pensar. Mi gratitud eterna. 
Sobre el edifico histórico hay que remarcar que es obra de Simon Poulet, un ingeniero belga que se puso a las órdenes del rey de España (francés) Felipe V y trabajó y aprendió mucho en Ibiza. El edificio es magnífico. Nació como almacenes y sala de armas, aunque la parte baja sirvió en algunos tiempos como cuadras de caballos. 
La sobriedad y solidez militar ha sido bien entendida por Beltrán, que ha añadido un espacio minimal en blanco que se conjunta bien con la pétrea pátina del antiguo almacén. Aquel ingeniero estuvo en Ibiza de 1727 hasta 1730 y sólo por este macizo edificio ya merece pasar a nuestra pequeña historia, pero es que además hizo importantes aportaciones en el Castillo y dejó numerosos proyectos sin acabar, aunque ignoro si al menos quedan los planos guardados en algún archivo.
Felicito a los artífices y animo a los arqueólogos para que tomen vitaminas. El de Puig des Molins ya lleva cerrado casi 16 años, si no me equivoco. Un récord mundial.