Las salas de Cultura de Sa Nostra han avivado el fuego durante años. Ahora cierran. En el centro, Catina Costa, su directora desde 1989. Foto Moisés Copa, Diario de Ibiza.
En mi fugaz viaje a Ibiza, este fenicio sentimental se encuentra con numerosas situaciones lamentables. Visito Sa Nostra con ganas de contemplar las obras de Mariano Tur de Montis, en una exposición irregular pero que da elementos para formarse una opinión cabal del excéntrico artista de Dalt Vila, sin duda el pintor local que mejor ha dominado el difícil arte de pintar las telas, las gamas y las flores. Y sin duda, un artista emblemático que en los brumosos días de niebla nos puede recordar a la aristocracia decadente de 'El gatopardo' o las obras de Lampedusa.
Con la salvedad de que en Ibiza no hay aristocracia (ya lo dijo Macabich), a pesar de que les gusta mucho que se hable del ´señorío´ de Dalt Vila. Les comprendo y casi me inspiran ternura: un mundo que se agota en sí mismo. Panorámicas de una Ibiza que se fue para no volver, como ha desaparecido ante nuestro ojos la Ibiza arcaica, fenicia, rural.
También quería saludar a Catina Costa, una amiga de años a la que aprecio mucho. No tarda en darme la noticia: estas salas de cultura de Sa Nostra se cierran y el personal va a la calle. Un poco tembloroso, porque Catina escenifica con mucho sentimiento las cosas que cuenta, le recuerdo que ya vamos por centenares (más de 500) de periodistas despedidos solo en Baleares. Delicias ZP.
Demonios ¿qué carajos ha ocurrido en las cajas españolas, en las sucias manos de nuestros codiciosos políticos? Y Sa Nostra no es la peor. La CAM, Bancaja, Caja Castilla la Mancha, Bankia y otras varias están o estaban todavía peor.
Nos intercambiamos nuevos teléfonos y siempre nos quedará nuestra madrina Isabel Echarri y Diego Etcheverry en Formentera que nos servirán de contacto. En estos tiempos de zozobra se valora el coraje personal –Catina y otros amigos lo tienen acreditado– porque saldremos del pasaje en el desierto bajo el cielo protector.
De peores brechas nos hemos repuesto. También es importante en estos casos hacer uso de la agenda, mover el fondo de la botella para que el jarabe no se apelmace: cualquier cosa antes de rendirse. Y los amigos están para esto, para usarlos.
Voy a la sala Via2 de Toni Torres Font, el feliz jubilado de la banca (salió a tiempo antes del gran pedo general), pero ya ha cerrado. Un amigo de años, siempre optimista que se siente en su salsa rodeado de arte y de artistas. Otra vez será.
Paseo toda la avenida España, con grandes cambios: muchos bares nuevos abiertos, pero tomo nota visual y todos están vacíos.
Mentalmente, mientras camino, hago una valoración de urgencia: si todavía no han empezado las subidas de verdad y ya estamos así no quiero imaginar qué ocurrirá en Ibiza en plenos Juegos Olímpicos, si mientras los británicos se detraen o se retraen en sus visitas, aquí los sindicatos colaboran en la demolición final de nuestra economía: educación, sanidad, transportes. Pobre Ibiza. ¿Y cuando peguen el subidón del IVA? Pobres de nosotros.
Lo significativo se verá dentro de unos meses. Mientras la educación española manejaba el dinerazo grasiento de los desquiciantes nacional-socialistas, España demostraba en los informes PISA que la calidad y los resultados de la enseñanza no dependen solo del dinero. Estamos en los últimos lugares. No hay ni una sola Universidad española entre las 200 primeras del mundo. Siempre recuerdo una frase que nunca falla: «Cuando un alumno destaca, fíjate en el alumno; cuando toda una clase destaca, fíjate en los profesores». Digo destaca o fracasa. ¿No servimos más que para pedir más dinero?