miércoles, abril 11, 2012

Las corrientes que defienden ibiza



La peste del petróleo. Decía pues que en mi opinión hay poco que hacer: la compañía Cairn Energy comenzará la explotación de los yacimientos petrolíferos del Mar Balear a lo largo de este mismo año, si no ha iniciado ya las primeras pruebas. 

Da lo mismo que el ministro José Manuel Soria rechazara las prospecciones junto a nuestras costas en el mes de enero. Los políticos locales, para ganar tiempo y ganar votos, mostraban su euforia porque «estamos en sintonía con Madrid». 

Más bobadas no caben. 

Después de esto, se han mostrado muy activas las asociaciones empresariales, colegios profesionales, partidos y políticos. Pues bien, todo esto será inútil, por la sencilla razón que España no podrá hacer a Cairn Energy lo que la presidenta Kirchner está haciendo a Repsol en Argentina. 

Las concesiones son sagradas y están blindadas por un imponente contingente de medidas del comercio mundial. 

No quiero ni pensar a cuánto ascenderían las indemnizaciones. 

El tema sigue moviéndose por inercia, entre otras razones, porque va muy bien a mucha gente implicada en otros asuntos de Ibiza y para que no enfoquemos nuestra atención en los campos de golf, puertos deportivos y urbanizaciones varias. 

Mientras disparemos contra las petroleras, no prestaremos atención a los mismos ibicencos que llevan 40 años arrasando la isla sin piedad. De manera que, por esta lado, Ibiza y Formentera no tienen nada que hacer. Ni Canarias tampoco. Además, el fenómeno no entra en las competencias autonómicas. Y sin embargo apelo a dos circunstancias que juegan en nuestro favor: Una, los accidentes en las plataformas no suelen ser habituales. 

Y por otra parte, segundo, existen unas corrientes propias del Mediterráneo que son muy curiosas: son tan fuertes que forman una especie de muro o de barrera, hasta tal que punto que impiden el paso de medusas o incluso que las larvas de determinados peces puedan traspasarlas y colonizar otros espacios.

El agua atlántica es menos densa y va por arriba hacia el Este. El agua que sale por Gibraltar es más salada, más densa y sale por debajo. Los fenicios sabían esto y usaban una vela bajo el agua, la bajaban hasta encontrar la corriente de salida y podían vencer cualquier viento. Como ya hacían los fenicios muchos cientos de años antes de Jesucristo, hay que aprender a usar a favor las corriente marinas de fondo. El hecho es que esta barrera acuática natural podría protegernos de los derrames de crudo y hay una en el norte de las Baleares. 

Y tres, finalmente, por suerte, los vientos de Poniente, del Oeste, no son muy habituales en Ibiza. 

Esto reduce todavía más las posibilidades. 

En Fuerteventura también han hecho varios experimentos y simulacros en los que se demuestra la dificultad de que lleguen a las costas los crudos vertidos. Todo es posible, pero es difícil. Haríamos bien en preocuparnos por el vertido de las sentinas, los puertos deportivos, los campos de golf, las urbanizaciones y los incendios forestales. 

Seamos realistas como los fenicios.