En frase fácil, las islas de Baleares han hecho su agosto debido en gran parte a la Primavera Árabe, una cadena de tumultos, revueltas y tomas del poder que se produjo y se reprodujo en forma imparable y se llevó por delante a los sátrapas del Magreb y de paso a los millones de turistas que solían visitar las costas y las ciudades de estos hermosos países musulmanes.
Ya dijimos que Túnez había perdido dos millones de turistas, una tercera parte del total. El turismo es muy sensible a cualquier distorsión, y esto lo sabemos bien los baleáricos que recordamos cuando se introdujo en mala hora la ecotasa en tiempos aciagos del primer Pacte de Progrés, un progreso que se ha demostrado como todo lo contrario. Ahora en Cataluña recogerán los mismos frutos, allá ellos.
¿Cómo no van a afectar las manifestaciones violentas –como en Grecia– o peor aún las revueltas con tiroteos con arma de fuego real, los tumultos prolongados y la anarquía más absoluta en las calles, hoteles y en los aeropuertos?
Las cifras de Túnez son escandalosas, pero las conocidas de Egipto todavía son más impresionantes.
El país de las pirámides suma diversos tipos de turismo, el cultural en busca del magnetismo esotérico del Antiguo Egipto y unos museos que eran modélicos (no sé cómo han quedado después de los saqueos); también un turismo en busca del exotismo de un país musulmán razonablemente seguro (enseguida se les olvidan los tiroteos a los turistas) con una policía especial para el turismo; incluso un turismo deportivo tanto en el mar (buceo) como en tierra (motociclismo, vehículos, etc.).
Pues bien, Egipto ha perdido en 2011 la friolera de tres millones y medio de turistas. Ha cerrado el año con 10,5 millones y unos ingresos de 7.266 millones de euros. Cifra imponente que ha perdido un 25% con respecto a años anteriores.
Pensemos que en Ibiza han venido unos dos millones tirando muy alto y tanto Ibiza como las Baleares somos una auténtica potencia mundial en esta materia.
Ahora bien, ningún empresario turístico se va a dormir en los laureles. Sabemos que el aumento de un 8% balear se debe al turismo extranjero, en transferencia de reservas procedentes del Magreb, de Egipto y de Oriente Medio.
El boom turístico del 2011, con este súbito crecimiento –en Ibiza fue de un 9,62%, lo cual a estas alturas es un dato sorprendente que difícilmente se repetirá– no se debe a una mejora de nuestras instalaciones, ni siquiera a nuestros precios ni a un cambio de estrategia, ni siquiera a una hábil campaña de promoción o a varias. Si algún iluso piensa o pensaba esto (y los hay incluso instalados muy arriba) ya puede ir abandonando la idea.
Como se puede ir olvidando en 2012 un crecimiento de este orden. Ni pensarlo. Mantenerse así ya sería mucho (he leído que se espera un crecimiento del 0,2%) y lógicamente va a depender de la evolución de la situación social y política en los próximos meses. Túnez, por ejemplo, sigue empantanado un año después de la fuga de Ben Alí, Egipto no demuestra estar mucho mejor, implosionado en una pugna interna de incalculables consecuencias. Pero Baleares no puede vivir eternamente de las desgracias ajenas.
Diario de Ibiza