sábado, abril 03, 2010

Un poco de optimismo



Siempre que se pueda hay que ser optimista. Think positive! dicen los  manuales de auto-ayuda en inglés. Si estás solo, el optimismo es una  tabla de salvación; pero si vas a tratar con gente, el optimismo casi es  una norma de educación y de urbanidad.
Viendo la temporada 2010 en  prospectiva yo me mostraba pesimista, pero con cautelas.
Sin embargo,  si nos comparemos con el 2009, los datos de enero eran realmente  positivos para toda España (no para Ibiza, que ni siquiera existe en  invierno, es como si se aletargara en una osera fenicia).
Los de  febrero podrían haber seguido la senda de la recuperación, pero no ha  sido así. La explicación es convincente: el mal tiempo reinante en toda  la Península y en las Canarias han hecho retroceder a los turistas un  3,8% menos que en 2009. Se acepta esta explicación.
En marzo también  hemos tenido una andanada de borrascas que han barrido nuestro país  casi globalmente. Pero seamos optimistas de cara a la primavera, sobre  la que he leído que no será lluviosa. Los comienzos lo desmienten, pero  si conseguimos llegar a junio con cierta compostura, los dos o tres  meses de verano fuerte ya serán coser y cantar. Qué optimista soy, me  sorprendo a mí mismo. Pero con optimismo no se come. Queda mucho por  hacer si Ibiza quiere revertir la tendencia actual al derrumbamiento:  siempre voy recordando que la crisis global nos afecta, pero en la  propia isla tenemos pendiente una crisis de definición estructural que  no conseguimos ni siquiera encarar.
Quiero decir que si queremos  vivir del turismo nos vemos obligados a cesar el desmantelamiento y el  amazacotamiento de las costas y del interior de forma radical. No  vivimos del urbanismo, de la construcción ni de construir puertos y  carreteras. Vivimos del turismo y si se implanta el todo incluido, ni  siquiera eso.
Si sólo tenemos turismo de discoteca y de Todo Incluido  no conseguiremos una temporada justa que dé opciones a la oferta  complementaria. Y mucho menos si sólo usamos las instalaciones para los  tres meses del verano. Esta es nuestra gran encrucijada. Tenemos que  elegir. Este es el meollo del cogollo, en mi opinión.
Importar  cuadrillas de picapedreros andaluces o magrebíes va bien porque aumenta  el consumo interno, y ellos mismos traen a sus familias y se compran uno  o dos pisos, también los recién llegados podrán construir más  apartamentos... así hasta agotar el paisaje, el terreno, el agua,  la  belleza y el turismo. Quiero decir que a este punto ya hemos llegado.  Llegamos ya a finales de los ochenta o quizás antes.
Sé muy bien que  los promotores, los especuladores y unos cuantos ibicencos no quieren  oír hablar de esto. Tampoco una gran parte de los políticos, que ven en  las licencias de obras una fuente de financiación y algunos incluso la  oportunidad de pellizcar un poco más.
Por eso, las dos grandes crisis  (la universal y la de Ibiza) han formado la tormenta perfecta. Seamos  optimistas: depende mucho de los ibicencos organizarse y elegir un nuevo  modelo de isla turística que acepta gastar justo lo sostenible y que  reniega del crecimiento urbanístico.