miércoles, abril 28, 2010

Camus en Ibiza


De todo el siglo XX, me gustaría recuperar un viaje a la Ibiza de 1935 y posiblemente un mes cualquiera entre 1959 y 1965. Yo conocí de pleno y de forma transversal y privilegiada la Ibiza de 1968 en adelante, que ya era una Ibiza que se dirigía irremisiblemente hacia su derrota: turismo masivo, cemento y asfalto, o sea la gran solución final que ahora piden rematar los obcecados seis presidentes de la patronal.
Se dice que entonces Ibiza y Formentera eran un paraíso. Esto no es bueno, porque sabemos por experiencia que los paraísos son irrecuperables, no dejan dinero y desde luego no son socializables. De ahí que haya tanta gente dispuesta a cargárselos, cosa que consiguen fácilmente.
En 1935 vino a Ibiza un joven escritor que ganaría el Nobel apenas unas décadas más tarde, en 1957. Aquel argelino pied-noir tenía la sensibilidad a flor de piel, conocía el Mediterráneo y se sentía como en casa porque una de sus abuelas procedía de Menorca; se apellidaba Cardona, que es mi segundo apellido, de ahí que yo siempre reclame ante la desesperación de algunos, mi parentesco con Albert Camus. Con Sartre no, por favor.

Camus era demasiado agudo para no descubrir la profusión de ´cardonas´ en Ibiza, de la misma manera que descubrió la alegría de vivir y el fastuoso ritual del passeig, los interminables paseos en los andenes del puerto de cara al mar.
Sitúo al argelino en una isla ambientada y que recibía a numerosos extranjeros. A nadie sorprendería la presencia de un francés indagando curiosidades autóctonas.
No están muy claras las motivaciones del viaje iniciático, aunque se sabe que el Nobel siempre se sintió muy próximo a España y jamás dejó de manifestarlo. Y se sabe que su matrimonio o unión con la explosiva Simone le llevaba de cráneo y pensó en la posibilidad de sacarla de su círculo de amistades peligrosas que le suministraban la droga a cambio de favores.
Primero recorrieron Palma, una ciudad maravillosa pero no fue la que inspiró sus hermosas páginas 'Amor a la vida' o no lo fue en exclusiva. Los mallorquines tienen esta tendencia a olvidarse del matiz pitiuso, arte que tan bien dominan cuando les interesa. El gran golpe para los sentidos y para su inspiración fue Ibiza, la Ibiza púnica que él captó con elegancia al anotar el bullicio vital de las campesinas vestidas casi como las estatuillas púnicas.

De todos modos, fue el peor verano de su vida. Simone se estaba destrozando con la morfina y él mismo acababa de pasar una aguda crisis tuberculosa pulmonar. En Ibiza sólo había 67 coches, muchas ganas de progreso y una alegría mediterránea bajo el sol que tanto amaba Camus. Nadie suponía que faltaba menos de un año para comenzar una terrorífica guerra civil que llenaría Ibiza de sangre.
Estas consideraciones son unas simples reflexiones a vuelapluma para celebrar dos aniversarios. Hace 75 años de aquel viaje a Ibiza que tan bellas páginas dio a la humanidad. La segunda efemérides es más triste: Camus murió en un accidente de tráfico hace exactamente 50 años. Háganse un favor y lean a Camus.