sábado, julio 04, 2009

Benditas carpas


No me refiero a las carpas donde se refugiarían los turistas de los cruceros, caso de haberlos y de haberlas, sino a esta bendita arma biológica para aliviarnos un poco las dolorosas picaduras de los mosquitos comunes.
Y hablo de los comunes, porque del mosquito tigre no quiero hablar, que ya bastante hago publicando en mi Mariano Digital las aventuras y las desventuras de miles de catalanes (sobre todo en algunos puntos del Delta del Ebro) que sufren los disuasorios aguijonazos de estos mosquitos importados y que ya se están dispersando por la península ibérica.
¿Llegará a Ibiza este monstruo? Según la ley de Murphy…
En este caso sería serio, porque las larvas del Tigre se reproducen en cuestión de breves días en cualquier culo de tiesto, en una tapa, en un pote, en una ranura húmeda. Aprovechan bien cualquier oportunidad.
Las hermosas carpas que reparte el Consell pueden incluso llegar a la mesa, y deben ser mucho más sabrosas que las percas.
Por si llega el caso, yo recuperaré unas recetas que conseguí en el lago de Bañolas y en las que interviene con abundancia un baño en brandy, para sacudirles el gusto de tierra que la hacen desagradable al paladar.
Pero la fortaleza de las carpas es que comen muchas larvas de mosquitos. En realidad, no es en las albercas ni en los estanques, es en nuestras bassses y safareigs donde peligra nuestra piel. Los mosquitos son muy listos y encuentran cobijo incluso entre las hojas de las cañas, por ejemplo, que durante la noche proveen de agua del rocío a los huevos.
Nuestras basses estaban muy bien vigiladas por las ranas, y un poco más lejos, los sapos apostados detrás de alguna planta para servirse la cena con algún bichejo que se acercara al agua dulce.
Pero yo no sé qué hemos hecho, que hemos ido acabando incluso con las ranas autóctonas, adaptadas a Ibiza, al agua de Ibiza. Pero ahora que lo pienso ya hace al menos 30 años que hemos acabado con el agua de Ibiza y las ranas, que son muy listas, han preferido pasar a mejor vida antes que soportar el agua muerta de las desalinizadoras.
Yo recuerdo una infancia llena de animales, donde todos cenaban. La rana de sus mosquitos, las anguilas debían zamparse algunos renacuajos, algas y limos, y los mosquitos abrevando su sed chupando a algún mamífero despistado, casi siempre un ibicenco. El mosquito siempre ha preferido la piel fina y a los que no fumaran tabaco pota. Tampoco era amigo de la albahaca, aufàbaga. Ahora estas carpas se harán cargo de pasar revista.
En los años veinte, el obispo Huix introdujo la gambussa, que acabó o redujo el paludismo. Hace unos años el mismo Consell quiso introducir el lucio, una idea ante la que mostré mi espanto. Al final no cuajó el lucio, pero la carpa tiene muchas posibilidades de convertirse en ibicenca para siempre.

Diario de Ibiza