miércoles, junio 17, 2009

Patrimonio, un balance pobre diez años después

Ibiza aportó un buen informe alternando biodiversidad y cultura patrimonial, de modo que en diciembre de 1999, en la cumbre de la Unesco en Marruecos, se nos premió con una declaración mixta de ´biodiversidad y cultura´ como Patrimonio de la Humanidad.
Diez años después, un reportaje del Diario intenta sintetizar una valoración encuestando a algunos de sus protagonistas, precisamente en un momento donde la crisis turística ya ha anunciado su protagonismo, y cuando se está perpetrando una barbaridad histórica con el empedrado o adoquinado de algunas de las calles de Dalt Vila.
Una administración capaz de hacer esto, defenderlo y mantenerlo, en los sitios más visibles ¿de qué no será capaz en aquello que no está tan visible al ciudadano? Para echarse a temblar.
Pero sería mezquino si no se apreciaran algunos logros. En Dalt Vila se han enterrado muchos millones, sin aparente orden ni concierto, y desde luego con resultados muy modestos, casi pobres, desoladores.
La museización y algunos detalles epidérmicos no pueden mover a engaño: diez años después el balance es muy decepcionante.
Al menos tendremos que esperar cómo se formulan los hallazgos de la ciudad fundacional, la Ibosim púnica (en el museo) y otras obras comenzadas.
¿Ha servido para algo la declaración de Patrimonio a la hora de promocionar turísticamente nuestras islas? No. Y es explicable, cuando hemos visto como en cada invierno los políticos ibicencos se iban a las ferias europeas haciendo de guardia pretoriana a las discotecas.
Esto ha remitido, pero parece más una maniobra de disimulo que una apuesta seria por la isla en todas sus potencialidades culturales.
Y a estas alturas ya parece muy clara otra verdad: cultura y discotecas no son compatibles. O una cosa o la otra. Son dos formas opuestas de percibir la vida, la realidad, el tiempo, el descanso.
Me muero de envidia cuando veo el desfile de coches de alta gama que a partir de los jueves llenan los paradores y los hoteles de Cuenca, Mérida, Toledo, Cáceres, Córdoba… puede que sólo sea turismo de media semana o de fin de semana, pero justamente este turismo en concreto es el que nos perdemos en Ibiza.
A Ibiza se viene de marcha, pastillas, discos y si queda energía un poco de playa o de lancha.
Puede que yo polarice un poco la situación para visualizarla mejor, pero es así. Y una vez más recuerdo que no se puede tener todo al mismo tiempo. Quien lo crea así se estrellará contra la realidad.
Por cierto ¿cómo habrá empotrado el Think Tank balear en el Libro Blanco del Turismo nuestro patrimonio, el éxtasis, las discotecas, la arqueología DJ-mix, el flaón y las catalinarias de los catalanistas?