sábado, junio 20, 2009

No es basura, son barcos hundidos


Un fenómeno nuevo que ya está afectando a Ibiza: muchos propietarios abandonan su barco y nunca más lo reclaman; otros lo hunden para cobrar el seguro. Hace unos días salía una noticia al respecto. Hundir la radiobaliza, camuflar el barco y darle otra matrícula ya es el colmo de la desfachatez, pero dejar el barco –cual pecio o pirata del Caribe– a la ventura de Dios es algo muy habitual.
O eso parece: cientos y quizás miles de nuevos ricos no saben cómo seguir pagando los gastos ni los amarres. La mejor opción suele ser llevarlo a alta mar y abandonarlo, una vez desprovisto de sus señas de identidad.
Eso es un peligro, por los materiales de fibra y por los metales pesados o productos muy tóxicos que indefectiblemente acaban en el fondo. Desmantelar un barco cuesta bastante dinero y no son todos los dispuestos a apoquinar. Así que el Mediterráneo seguirá siendo el mar más transitado del mundo, el que soporta más derrames y limpieza ilegal de sentinas y, encima, el mayor cementerio de productos tóxicos.
Y después nos quejamos de las medusas.
Antes, al menos en los años 70, sobraba arena en todas nuestras playas. No era raro encontrarse en nuestra primavera con decenas de barcos semihundidos en la playa, a menudo hincados en la arena.
Nadie los retiraba. Hacían bonito. Sólo quedaba el costillar y muchas veces eran el motivo preferido de nuestros tópicos paisajistas y de los fotógrafos alemanes que vestían el maderamen con hermosas modelos desnudas.
Ibiza, a su manera, vivía su propia película de piratas del Caribe, con muchos fantasmas, náyades, ninfas y pulpos que las fotografiaban.
Éramos bastante más naturales, porque yo hablo de barcos de madera, no de los emplastos de hoy.
Todos los ibicencos los hemos visto en las Salinas, en es Cavallet, y a veces en la playa d´en Bossa (menos, muchos menos y en cualquier caso los debían de retirar en verano).
Ahora no encontramos barcos clavados en la arena, porque ya no queda arena.
Lo dice un informe del Consell, pero no hacía falta pagar ningún informe. Hace al menos 20 años que nuestras playas no reciben aportes de arena, porque desde tierra hemos cegado los torrentes, las hondonadas y hemos cambiado el curso de las aguas pluviales. Y al retirar precipitadamente los depósitos de posidonia, tampoco permitimos que las mareas vayan depositando las arenas de los fondos marinos. Quizás lleguen a la costa, pero no permanecen, nada las retiene.
Así que al fondo no van sólo nuestros ahorros, también muchos barcos desaparecidos misteriosamente. Las aseguradoras están temblando.

Diario de Ibiza