sábado, octubre 25, 2008

Un invierno extraño en Ibiza


No debemos exagerar, pero tampoco conviene esconder la cabeza bajo el ala. Este verano ha sido bueno y de hecho nos acordaremos mucho tiempo del verano del 2008. Sobre todo en el 2009, que preveo por deducción elemental como muy accidentado, mermado, disminuido.
En realidad este invierno no será extraño por los indicios que ya revelan fuertes contracciones de nuestra economía y de nuestra sociedad. Esta situación se revive en Ibiza y Formentera cada otoño.
Largas listas de trabajadores del sector servicios que documentan su situación para percibir el paro y un despertar brusco de las ruidosas plumas, movimiento de grúas y de vehículos de gran tonelaje.
Y aquí es donde comienzan a saltar las alarmas. Hay alumnos hijos de inmigrantes que dejan el colegio porque los padres van dejando la isla.
Hemos roto la rutina que ha durado quince años: turismo-paro-construcción-turismo.
Esto se ha acabado. Ibiza sigue construyendo y seguramente será nuestro final definitivo, lo cual tiene sin cuidado a los trabajadores que han de aportar un sueldo al hogar. Pero el ritmo ha decaído. Ya no hay trabajo para todos. Hay menos licencias, menos proyectos y, sobre todo, hay menos liquidez.
No corre el dinero. Quien tiene dinero no lo mueve, y quien debe comprarlo... no se lo dan. Nadie presta.
El desenlace no es sencillo, porque los bancos tampoco pueden absorber todos los impagados. No prestan dinero, pero tampoco ejecutan de momento las hipotecas. Los bancos no pueden desencadenar niveles de morosidad inabarcable, aunque esta exista. Se renegociarán deudas.
Y en este juego de nervios estamos todos, mirándonos unos a otros, buscando algún trabajo. Apenas sale nada. Y muchos de los trabajadores no han podido cumplir con un plazo mínimo para poder percibir la ayuda estatal.
Y todos, o casi todos los que tengan seis meses de paro se encontrarán en marzo y abril con un panorama capaz de romper los nervios a cualquiera.
De todas formas nos veremos obligados a aprender a convivir con la crisis, porque ha venido para quedarse. No es una bajada de tensión pasajera: la crisis de Ibiza es y será duradera porque no es una crisis específicamente de Ibiza. Aunque también tenemos nuestra propia crisis, de la que hemos hablado todos en cientos de artículos, y se superpone a una descomunal crisis internacional.
Un invierno extraño en Ibiza: laboralmente, socialmente, económicamente.
Será largo, por ello es mejor afrontarlo con mucho talante y sentido positivo de la vida. No creo que tengamos otra cosa, al menos en Ibiza.

Inicio