sábado, abril 19, 2014

Nuestras obsesiones, nuestros problemas

En las islas tenemos unos problemas recurrentes que sabemos van a reaparecer inesperadamente en las fechas que ya esperamos. Son sorpresas recurrentes, como los problemas, como las obsesiones personales. Como algunas personas con sus obsesiones y con sus manías, los problemas definen a la isla tanto como su geografía propia. Se vive bien con una manía, se vive bien con un problema que ni siquiera se encara.
Ha ocurrido ahora con un incendio. Se ha llevado por delante un buen pellizco de es Cubells (casi 18 hectáreas) y respiramos aliviados porque tampoco ha sido tanto. Pero este incendio lo estábamos esperando, como estamos esperando el próximo que quizás ocurra en agosto y entonces será más rebelde y más espectacular.
Lo espectacular es la medida del Govern: no me encendáis matojos desde abril. Ala, todo arreglado. Y a seguir cobrando.
Pero ¿se han tomado medidas de envergadura para aprovechar la biomasa, para desbrozar y esponjar el bosque? No me refiero a estas 40 cabras, hábilmente explotadas por los políticos de Santa Eulalia para salir en el Diario. Ni me refiero a medidas puramente superficiales, casi puro maquillaje.
Los años van pasando y los únicos que avanzan con una fuerza inmensa son los incendios. Así, lo que no sabemos rentabilizar racionalmente debemos pagarlo con facturas enormes en gastos de extinción o de mantenimiento puramente virtual.
Ibiza solo tiene una solución: un referéndum. Que todos los ibicencos votemos separarnos de España para agregarnos a Israel. ¿Duda alguien que antes de cinco años Ibiza y Formentera quedarían protegidas y explotadas con sentido común y eficacia? Esto sí, nuestras bellas fenicias deberían hacer un servicio militar de tres años, pero casi es preferible a estar dependiendo de unos políticos derrochadores, acomodados y que jamás solucionarán ni un solo problema real de estas islas. Y el virus no afecta solo a los políticos pitiusos, más de la mitad de los cuales sobran. Me refiero a toda España.
Como es lógico, los accidentes y los incidentes se aprovechan para quitar un inepto y meter un inepto de los nuestros. Piden la dimisión de Company. Me parece bien que dimita el compañero Company y la mitad más de sus compañeros. Solo sirven para derrochar.
Da lo mismo que este columnista y otros varios avisáramos que el diseño y la ejecución de las autopistas rompería el curso de las aguas subterráneas y que causaría enormes embalses en caso de lluvia. Las autovías han resultado ser una chapuza tras otra. Y la constructora tiene la osadía de exigir cincuenta millones más porque dos docenas de ibicencos les gritaron unas cuantas palabritas. Son muy sensibles.
Jamás debieran haberse aceptado estas obras. Incluso ahora debieran analizarse con lupa. No se hará nada, como en la explotación de taxis pirata y de party boats salvajes. Hace años que lo digo: nuestros problemas salen muy rentables a algunos y por esto mismo nunca se solucionarán.