sábado, abril 05, 2014

Ibiza, gran depósito arqueológico

Por muchos postes, edificios o carreteras que oculten la Ibiza natural , la Ibiza terrestre y mineral, da lo mismo: la primavera acaba por estallar, nunca mejor dicho. Si no fuera por las invalidantes alergias estacionales la primavera sería un regalo de los dioses. Creo que lo es. Un regalo de Tanit, faz de Baal. Un regalo de Resef y de Melkart. A Bes lo guardamos como a semidiós de las noches locas y la pobre Tanit, asustada, se ha retirado a sus alcobas de Es Cuieram.
Frase bonita, casi cursi, para mis lectoras divorciadas –a quienes tanto quiero y tanto necesito– que quieren dedicarse a hacer teatro y macramé: una colorida selva de capullos florales extiende su dulce manto sobre las tierras de Tanit. De no estar avisado, uno dijera que a la isla le ha estallado la epidermis y le ha salido una escarlata primaveral.
Bien, poesía solo el tiempo necesario, que en Ibiza si no prestas mucha atención al coche que va delante (y al que va detrás) te pegas una leche prosaica. Pero hete aquí que, entre tantas flores blancas y rojas ( de la amapola, nuestra opiácea rosella) se nos aparece súbitamente un camión cargado de tiestos rotos: es nuestro subconsciente histórico, es nuestro corazón púnico hecho pedazos. Y otro camión. Nuestra vidas quebradas, nuestras jarras de vino y de aceite masacradas por la retroexcavadora.
Dicen que proceden del yacimiento donde Mercadona va a levantar otro de sus exitosos supermercados, porque antes en Ibiza no se permitían. Hemos tenido que esperar 40 años para poder comprar al mismo precio que la Península o Mallorca. Los ibicencos somos así, un poco granujas contra los propios ibicencos. Un poco caníbales. Antes de permitir que un vecino obtenga una licencia de taxi temporal preferimos que cincuenta peninsulares (o alemanes o ingleses, a saber) trabajen todo el verano como taxistas pirata.
Los yacimientos de Mercadona en es Puig d´en Valls nos demuestran, una vez más, que esta zona era la gran proveedora de los señores gandules cartagineses y romanos que vivían en Dalt Vila. ¡Cuántos miles de focos púnicos y romanos han quedado destrozados, simplemente porque no se atendía ni se permitía la llamada a los arqueólogos!
Dice Juan Ramón que pueden proceder de una gran finca romana. O sea, de origen cartaginés, añado yo. Nada hay romano que no vaya precedido o adjuntado a lo cartaginés. No crean que exagero tanto. Hasta en las monedas se sumaban ambas culturas, que tenían un motivo romano en el reverso y otro cartaginés o ebusitano en el anverso.
No nos haría ningún mal conservar este espíritu pactista, sumador, aglutinador. Y dejando siempre la preferencia de paso a los ilustres camiones que trasladan nuestro curriculum vitae histórico al museo. Lástima que alguien no les compre un urinario para poder abrir el Arqueológico de Dalt Vila. 
Foto Diario de Ibiza
@MarianoPlanells