sábado, abril 26, 2014

Fútbol y turismo


Aquí cualquiera sabe de fútbol. Conozco a gente que apenas lee el Diario de Ibiza y en cambio saben el Marca de memoria, con todos los nombres, la carrera de los jugadores, la edad y el número de golpes y de goles y en qué partidos los consiguieron. Qué operaciones llevan, el nombre de los huesos y de los músculos isquio-tibiales o el trigémino no sé qué. Saben el nombre del doctor alemán y la pinza que se colocó el tenista austrohúngaro. La leche. Pozos de ciencia.
Si esta gente aplicara esta energía y estas conexiones neuronales a la ciencia, en Ibiza tendríamos eminencias y premios Nobel en abundancia. Cuando puedo, en el autobús o en el bar, pongo la antena, para gozar de estas exhibiciones de memoria y de reflejos mentales. Ya quisiera uno. Con el turismo está empezando a ocurrir lo mismo. A la fuerza nos estamos enterando de la estructura y de la musculatura turística. Como en una radiografía analizamos los mínimos cambios, a ver si podemos predecir la temporada viniente.
Bueno, pues cambiemos fútbol por turismo, la última esperanza de un país que se ha suicidado y se ha arruinado por políticas torpes y desenfocadas, por pereza y por corrupción. Aparte de tocar la guitarra, bailar sevillanas, brincar alguna sardana subsahariana, conducir un taxi pirata, vender polvos (en un sentido puramente químico y en otro más anatómico) en España solo nos queda el turismo. Ya veremos hasta cuando, porque hay una legión de políticos con síndrome de abstinencia al haber cesado las comisiones procedentes de la construcción, que están deseosos de cargarse ahora el turismo, nada menos que casi un 11% de nuestro Producto Interior Bruto (¿en 2014 llegaremos a un 12%.?)
Con datos de 2010, nuestro sector turístico representó un 10,2% y el 11,5% en el empleo. Esto son datos que comparativamente doblan los registrados como media en la OCD. Como yo soy partidario de dar caña cuando sea merecida -o sea, siempre- pero no de fustigarse por masoquismo, hemos de reconocer que en España sabríamos hacer las cosas bien si nos dejaran. Si pudiéramos despedir a un millón de empleados públicos y borrar de un plumazo la mitad de las instituciones con sus correspondientes cuadrillas de políticos. Bajaríamos los impuestos, facilitaríamos la apertura de pequeñas y medianas empresas. Si dejaran en paz a la gente, el país saldría adelante.
Fui ácrata libertario de joven y ahora lo soy mucho más: confío casi plenamente en el individuo y casi absolutamente nada en los gobiernos y en el Estado. Estado e instituciones, las menos posibles. Ahora vivimos una pesadilla y son pocos los que se atreven a verbalizarlo. Todos callan. Todo el mundo tiene miedo, porque ya no dependemos de nuestro trabajo sino de las influencias ajenas. De los enchufes, de los amigos, de los cuñados. Hasta tal punto se ha prostituido el trabajo y la sociedad en general en España. Por esto, aquí nadie solucionará los grandes problemas de Ibiza: De hacerlo, dejarían sin trabajo a más de la mitad de colocados que ahora reciben la paguica del pesebre.
En fin, sonriamos. Viene un verano cargado de buenos augurios y hará más calor que de costumbre. Se venderá más cerveza. Y en otoño nos seguiremos quejando.