miércoles, mayo 25, 2011

Ibiza, laboratorio humano



A comienzos de los años 70 un grupo de afincados comenzó a usar una expresión feliz que se hizo popular enseguida: Ibiza es un laboratorio humano. En principio Carlos Gil Muñoz, psicólogo que acababa de escribir un libro de éxito sobre la juventud en Formentera (hippies, etc.), se refería a los distintos grupos humanos: isleños indígenas, emigrantes españoles que se habían afincado en la isla, gitanos, hippies, extranjeros turistas y residentes temporales... Entonces llegamos a hablar de cinco sociedades en una.

Al mismo tiempo Juan Ramón de la Cruz, periodista, y yo mismo, comenzamos a popularizar esta curiosa mezcolanza en toda la prensa nacional. Esta expresión se usó para explicar la peligrosa manipulación de drogas, pastillas, estupefacientes, LSD y otras sustancias innovadoras. No se inventaban propiamente en Ibiza-Formentera, pero se experimentaban aquí. Se inventan en invierno y se popularizan en Ibiza en verano. Que se lo digan a la policía y a los médicos de urgencias: cada año han de actualizar sus conocimientos. Ibiza, Formentera, laboratorio humano.

Tras los anteriores artículos donde he tratado del insólito fenómeno inmigratorio sobre Ibiza nos queda una seguridad: esto no se había visto nunca en Ibiza. Y digo nunca. Jamás, desde los primeros íberos (?) pobladores prefenicios, que serían unas decenas, quizás unos centenares, aunque lo dudo. 
Los antiguos navegantes fenicios no pasarían al principio de unas cuantas docenas de exiliados controlando las bases, el agua, las fuentes. Los cartagineses (fenicios de Tiro asentados en África) aumentaron a unos miles, pero fue una inmigración que duró mucho y solo a la caída de Cartago debió de intensificarse (146 a C.). 
Tampoco los romanos, los godos, los bizantinos ni los musulmanes. Probablemente fue la inmigración más intensa, a partir del siglo IX, por dar una cifra muy vaga, y serían muchos más después. 


Tampoco los catalanes, que conquistaron militarmente la isla, se hicieron con la superestructura política, pero no lograron colonizar del todo los campos de Ibiza, que conservó la población nativa. ¿De dónde iba a sacar Cataluña a los repobladores si ella misma cayó en una postración que duró siglos? ¿Cómo podía mandarnos gente si no la tenía ni para ella ni para Valencia (1229 y siguientes)? Incluso los visitadores eclesiásticos y los nobles representantes del poder venían anual o bianualmente. Poco había que vigilar o recaudar en Ibiza; es más, a lo largo de los siglos dejaron a los súbditos isleños abandonados a su suerte y sin protección; si ellos mismos no se hubieran protegido, no hubiera quedado ni uno. Esto cambió con la construcción de las murallas, cambió en parte, porque desde entonces, en un siglo XVI terrorífico, los moros no atacaron la villa, pero arrasaron los campos de toda la isla.

Podría seguir desmenuzando las épocas más señaladas y no encontraríamos absolutamente ni una en la que se hubiera sufrido una invasión migratoria tan colosal como la que han sufrido las Pitiusas desde 1992 hasta hoy, pongo las fechas en sentido referencial muy flexible.
Claro que ahora ostentamos el título de laboratorio humano. Es donde cientos de miles de europeos quedarán afectados de sordera permanente por los decibelios atentatorios de las discotecas; donde miles de jóvenes quedarán afectados por el alcohol y alguna droga, pero también, un laboratario demográfico donde puede nacer un tipo de sociedad nueva, que tanto inspiró a Miguel Siguán, otro elefante.