Pero no eran cien mil habitantes los que nos esperaban en esta superficie de unos 500 kilómetros cuadrados habitables (572 en total). Eran 120.000 y unos cuantos más. De hecho, 121.865 entre Ibiza y Formentera. Diario de Ibiza (3 de enero de 2007) lo publicaba con abundante profusión de medios y no era para menos: nuestro crecimiento seguía siendo récord incluso en las Baleares, archipiélago que a su vez era líder en toda España.
Las Pitiusas encabezaron en 2006 el ránking de crecimiento poblacional de Baleares, con un aumento del 3%, seguidas por Menorca y Mallorca, con una subida del 2% cada una.
Pero si observamos el crecimiento de los últimos doce años, resulta que las Pitiusas subieron un 38% (lo cual supone 33.721 habitantes, casi una Ibiza sobre la antigua Ibiza). Por esto hay que entender a qué nos referimos cuando decíamos que el crecimiento de Ibiza ha sido, y creo que sigue siendo a pesar de la crisis, anómalo, insólito y hasta cierto punto peligroso.
Creció toda Ibiza, mucho Formentera, aquella islita que yo conocí en 1970 con 2.800 habitantes. Pero creció especialmente en 2006 el municipio de San Antonio Abad (Sant Antoni de Portmany). Aquel año aumentó un 7% y estaba alcanzando ya los 20.000 habitantes.
Formentera pegó un estirón impresionante y se puso en 8.000 habitantes. Curiosamente aquel año Vila apenas creció, lo cual no me cuadra: o muchos se empadronaron en pueblos limítrofes para evitar las subidas de impuestos o hay algún elemento distorsionador que ahora desconozco.
Todas las Baleares llegamos al millón de habitantes, como se encargó de airear triunfalmente toda la prensa escrita.
Toda esta avalancha de inmigrantes aportó nuevas remesas dinerarias, pues los ayuntamientos incluso aumentaron el número de ediles.
Por desgracia tampoco se supo afrontar con seriedad la nueva situación (¡ni la vieja de siempre!) y muchos alcaldes y ediles se cuidaron más de su propio patrimonio que de diseñar nuevos enfoques políticos que nos hicieran la situación más llevadera. Pero eso es otro tema.
Ya a finales de los años 90 se hace más patente, más cruda, la abultada avalancha de emigrantes sudamericanos, colombianos, ecuatorianos sobre todo. Y la nada despreciable cantidad de marroquíes a los que los sindicatos isleños recibían con los brazos abiertos.
En esta década se asienta esta dinámica y es la que nos ha dejado la Ibiza de hoy, donde seguirán afluyendo los inmigrantes sin orden ni concierto. Hace años que lo digo: quieren poner a Ibiza en el medio millón de habitantes. ¿Quién? Pero, hombre, qué pregunta...