miércoles, octubre 28, 2009

La mejor crisis de nuestra vida


Este verano tiene la delicada misión de introducirnos de lleno en la crisis. A regañadientes, no nos queda más remedio que admitirlo: estamos en horas bajas, en años bajos.
Esta extraña forma estacional de trabajar en Ibiza es insoportable, pero acabamos por soportarlo todo, hasta estos taxistas piratas que hacen lo mismo que los capitanes de las pateras y los cayucos: si se ven ante la eventualidad de ser detenidos se deshacen de los fardos y los echan al mar.
Parece que algunos taxistas piratas no tienen escrúpulos. «Un taxista pirata arroja a un pasajero del vehículo en marcha». Me lo creo. Eso sólo puede ocurrirte en algún país muy atrasado de África y en la civilizadísima Ibiza, tal es el refinamiento y la eficacia de nuestros políticos a la hora de solventar problemas.
De locos, cientos de taxistas piratas, que se sepa. Habrá miles a lo largo del verano.
La medida de expulsar a aquellos que no paguen las multas por cinco años simplemente es otra bobada. De España entran y salen tranquilamente asesinos, traficantes, atracadores, ladrones y lo hacen por tierra, mar y aire. Lo hacen por el Prat, por Sevilla y por Barajas, etc. Imaginemos lo que podrán hacer en Ibiza, donde hay un déficit alarmante de fuerzas de seguridad en los meses punta. ¿Quién inventa estas medidas?
Un verano donde se nos han ido Julián Lago y Valerio Lazarov, dos asiduos de la isla. Y otros nombres preclaros, pero esto no es un obituario.
La crisis de 1989-1993 fue mucho peor que la actual, se afirma en un reportaje publicado en el Diario. Entonces no había créditos y los intereses eran mucho más altos. Además las empresas estaban amortizando las inversiones.
Pues no lo creo. Ahora los bancos no dan un crédito ni para medicinas. Por otra parte, la crisis de los Noventa pegó fuerte en el 92 y en 93 si no recuerdo mal, aunque viviéramos la euforia inducida por el socialismo cañí de la Feria Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, financiados y apoyados por todos los españoles.
Simplemente creo que la actual crisis será mucho más duradera, aunque ciertamente ahora disponemos de algunos paraguas protectores y de una situación de inversión más blindada. No sé si esto es bueno, porque las instalaciones de Ibiza necesitan todavía hoy grandes inversiones.
«No se lo cuentes a papá», «Lo que pase en Ibiza que se quede en Ibiza», se dice por ahí. Y esto significa que todos nos quieren en julio y agosto. Pero para el resto del año, aquí nos dejan solos con nuestra fría humedad.
Quizás la venganza del pitiuso sea largarse también a invernar en destinos más baratos que nuestra propia isla, afectada por el virus del sobreprecio.

Diario de Ibiza.