sábado, septiembre 23, 2017

Ya no es el último paraíso

Foto gentileza de Ximateix. Como decía Juan Ramón de la Cruz, Formentera es una isla que cómo mejor se ve es desde si misma
Si un paraíso deja de ser accesible por algún motivo, ya no puede calificarse de tal. Quienes hemos conocido Formentera cuando era uno de los sitios más aislados, más pobres y más acogedores de España somos unos privilegiados. Lo era en aquellos primeros años 70, cuando agrupaba una colonia de artistas que ansiaban esa lejanía protectora, una legión de hippies que venían rebotados desde Estados Unidos y algunos desde Londres o París.
Pero Formentera tampoco se ha salvado. ¿Por qué tendría que hacerlo si ha calcado las mismas aberraciones que Ibiza, Mallorca y la costa peninsular? Aguantó el tirón hasta que España entró en la Comunidad Europea. Y fue rematada cuando ingresamos en el euro. Estas brutales riadas de vehículos llegados desde Denia o Valencia han culminado la obra y es normal que una isla de apenas 80 km2 haya visto su equilibrio seriamente afectado. Este mismo final de temporada ha confirmado lo mismo que en Ibiza: nos estamos equivocando.
Jugar con los precios tiene sus riesgos y cuando se pierde la moderación en relación al contexto circundante uno se acerca mucho al suicidio. En pleno mes de junio los hoteleros de Ibiza corrigieron la lista de precios. Lo mismo que en Mallorca. Pero el estigma ya ha llegado al corazón del consumidor y tampoco nos han ayudado estos reportajes televisivos o en la prensa británica y alemana donde se cuenta con pelos y señales la hoja de ruta desquiciada de las Baleares.
Como ‘El último paraíso’ bauticé yo a Formentera hace muchos años en el semanario que editaba Bartolo Ferrer, dirigida por Carmelo Convalía y Lorenzo Vidal. Y entonces aún lo era. ¿Lo sigue siendo hoy?