miércoles, enero 28, 2015

Sexo y drogas: alguien paga


Más de lo mismo. En Ibiza. Ni siquiera en Formentera. Aibisa. Ibiza. Ahora es Channel 4 quien se embarca hacia la isla del sexo, pero es sexo de pago en su mayor parte. Algo que todos intuimos o sabemos. Pasados los años setenta, que fueron la culminación floreada de unos sesenta muy bélicos, broncos, el uso o abuso del sexo empezó a ser de pago. 
¿Alguien cree que estas manadas de niñas de la purpurina que aterrizan en Ibiza y que se exhiben por el día en algunas playas y por las noches en las terrazas y en las discotecas viven del aire? ¿Qué hacen en Ibiza durante dos o tres meses con este nivel de gastos? Es fácil deducirlo. 
En mayo comienzan a abrir catacumbarios puntos de encuentro, pisos o casas que atienden directamente al por menor o aceptan mandar a sus pupilas (¡y pupilos!) a sitios concertados, yates, casas, bares... Ibiza capital está bastante bien surtida. Por supuesto, esto sumado a los puticlubs de todo el año, bien conocidos y bien surtidos, pero que funcionan a otro nivel. Sin menospreciar la poca discreta –porque se anuncian en la prensa, entre otras cosas– venta de servicios en apartamentos y pisos. 
¿Y ahora esperan que este rijoso fenicio vaya a alarmarse porque un grupo de bobaliconas inglesas se metan a hacerlo en un programa de televisión? Pues vaya. Hace años que se ofrecen estos y otros servicios y lo sabe todo el mundo. En los años ochenta ya lo asumí, cuando di por perdida Ibiza: la isla del amor se ha transformado en un gran almacén, en un mercadillo donde todo se comercia y se supone que cada cual vende lo que tiene. Que conste que no me parece mal. Que cada cual haga de su capa un sayo, siempre que sea por libre voluntad propia. En todo lo demás, la hacienda española deja escapar auténticas cantidades de dinero por no haber sabido controlar estas actividades. Quizás en algunos casos, algún particular tenga dada de alta su actividad, pero me temo que es una excepción.
Lo que propone este programa se hace en París, Londres, NY, Valencia, Madrid, Barcelona, Roma... Yo diría que en todas partes: participar en una orgía con un máximo de diez personas selectas, con buen champán francés, se supone que con una bandejita de plata surtida de otras sustancias –aunque esto no lo dicen, pero es lo que hay en la realidad– lo presentó incluso el sobrio loco Kubrick en su película ´Eyes Wide Shut´ y estamos hartos verlo, leerlo. Incluso anunciado. No tiene nada que ver con Ibiza, ni afecta a nuestra fama, si es que tenemos alguna fama más arriba de la rajoleta de Venus. El programa es formativo, avisa a la manada de gilipollas que aterrizan pensando que la isla es gratis. Oye chico, artista, actor, futbolista, directivo de empresa, eres precioso, estás para comerte, pero te costará un mínimo de mil euros la sesión, para empezar. Ah, y a la inversa: ninguna mujer con posibles, cincuentona o sesentona quedará sin servicio, pero señora, ponga usted la voluntad y mil euros, para comenzar la sesión. Si ser pobre es duro, en Ibiza es durísimo. Ya se darán cuenta.