miércoles, julio 03, 2013

Salvajes calentitos

Una gran oleada de optimismo invade Ibiza y a muchos de sus habitantes, pero por debajo subyace otra corriente de gran fuerza, la del pesimista bien informado que asiste con impotencia a un proceso acelerado de destrucción de la isla. A grandes rasgos no es atribuible al PP en primera instancia, porque bajo la égida de Tarrés, Lurdes Costa y otros se destruyó prácticamente lo mismo con el agravante añadido de tener que suportar un untuoso proceso de catalanización y un derroche de dinero en proyectos catalanistas que no tienen ningún arraigo ni necesidad en estas Pitiusas.
En este panorama la temperatura nocturna aumenta algunos grados y decenas de decibelios. Se abren nuevas instalaciones, pero no obedecen a criterios selectos de glamour y de exquisitez, sino a la misma táctica de siempre: amazacotamiento, mucho ruido y turismo clubber de masas. Esto no es turismo de millonarios, esto es una masiva vulgaridad regada con drogas y mucho estruendo. Pero les gusta disfrazar esta barbarie con lo de turismo de multimillonarios. 
Escribí hace más de veinte años que en Ibiza ya nadie está a salvo. La explicación es sencilla, es por un problema geométrico, en la isla ya no cabe ni un alma más y estamos ante el hecho agravado de que nuestro diseño de dispersión rural multiplica el grado de dificultad para diseñar algún proyecto razonable y racional.Esta Ibiza no es Malta. Ibiza no tiene solución. Y dado que cada vez vienen unos miles de turistas más de los que caben y de los que tolera nuestro umbral de resistencia de las infraestructuras, a mediados de julio todo comienza a reventar: depuradoras, emisarios, etc. A pesar de lo cual se siguen concediendo permisos de construcción alegremente, creyendo que esto tapará la crisis –esto decían de las demenciales autovías, ya ven el empleo que han creado– y se siguen abriendo al público más locales de ocio nocturno, resulta que la sensación es sólo descriptible por un guionista de hazañas bélicas. Yo desisto. Solo recuerdo esto: en Ibiza y Formentera nadie está a salvo. Cualquier día te levantas y te han abierto una discoteca al lado, un cementerio nuclear, una incineradora de basuras, una depuradora que emite pestilencias criminales, o simplemente algún alemán nostálgico te cierra el camino con un muro de bloques de hormigón.
O, si tienes suerte, el mal menor quizá solo sea que te venga una marbellí a salvarnos la isla con sus edificios de lujo ilegales. En Ibiza, de lujo lo han sido siempre, por esto se habla del ´palacio payés´. Lo que nos está arrasando el futuro son estos delincuentes, disfrazados de buenos samaritanos que pretenden salvar la isla a costa de cargarse la calidad de vida de los habitantes. Con la complicidad activa de algunos políticos significados. Pero este no es nuestro destino. No. Las cosas podrían ser de otra manera. La solución no estriba en cambiar de partido, sino en cambiar de actitud y de métodos. La solución contra estos salvajes está en la sociedad civil. 

@MarianoPlanells