sábado, abril 13, 2013

Somos quienes más sufrimos de Baleares


Vivir en Ibiza es un privilegio, te dicen. ¿Sí? Hasta que te enteras de que somos lo máximo en muchas cosas, por ejemplo, «los ibicencos, los que más delitos sufren de Baleares». Bien podríamos ser los últimos, adormilados por las jornadas de sol y pausado aburrimiento, pero no, qué va, somos los primeros. Ni en el Bronx de NY, ni en la peor barriada de Los Ángeles. Ibiza. Eivissa.
Según la Fundación Gadeso, el índice se situó en 509,3 por cada mil habitantes; Mallorca 370,5, mientras que Menorca es solo de 301,7 por 210,2 de Formentera. (Diario de Ibiza del 17 de marzo). Y sin embargo, la percepción de inseguridad ciudadana no era alarmante... hasta ahora, en que aparece un efecto multiplicador cuando se combinan los violentos delitos en las casas de campo, los pequeños acosos a los comercios y las raterías nocturnas. Rifirrafes alcohólicos veraniegos aparte. Quizás ayuda a esta percepción escandalosa la idea de que toda la isla está descontrolada, fruto sin duda de los años de desmierde implantado por el Partido Popular y convalidado con magistral torpeza por el PSOE-Pacte. Isla PPSOE.
Ya todos asumimos que los políticos están más interesados en asegurarse la poltrona y una buena imagen (dando de mamar a sus medios afines en cada caso) que en solucionar problemas. ¿Recuerda alguien que se haya solucionado jamás una situación o un problema endémico?
Nunca, jamás. Da igual que se trate de las hamacas en las playas y sus concesiones. O que sea el espectacular y sospechoso despliegue bélico de las vallas publicitarias en toda la isla, al margen de cualquier ley, como no sea la del cacique de turno o la de la selva.
Da lo mismo que sea lograr un manejable turismo de invierno que permita seguir funcionando las calderas a marcha moderada durante los meses de temporada baja.
Podría solucionarse en unos meses, pero no interesa a los hoteleros, que han ido construyendo una amplia red de establecimientos en el Caribe y en otros países, ni a los operadores turísticos, que casi prefieren usar sus aviones cruzando el Atlántico en vez de venir a Ibiza. Y para los miles de alemanes afincados en Mallorca, ya tienen arreglados sus vuelos, los mínimos y los necesarios.
Da lo mismo que sean las discotecas, a las que ahora se van a sumar los beach clubs y otros locales. Un turismo cada vez más polarizado de todos a la misma hora, la misma música, la misma pastilla, el mismo ruido del demonio. 
O de los taxis ´pirata´. El Govern tenía preparado un proyecto de ley del transporte y tan poco les preocupa los taxis ´pirata´ que ni siquiera estaban contemplados en el anteproyecto. Veremos.
Es fácil concluir que los políticos locales no han venido a este mundo a arreglar problemas sino a vigilar su chiringuito propio y procurar que la situación no se les escabulla entre los dedos. Da igual si están construyendo una isla insostenible, invivible, insoportable. Les da absolutamente igual. Ellos a votar lo que mande el jefe.