sábado, abril 20, 2013

La euforia primaveral

Destrozos de los fondos y de los litorales, cada año más agresivos

Ya estamos en la euforia ritual de la primavera, aunque todavía estaremos esperando la gran avalancha durante muchas semanas: 338.680 personas hubo en Ibiza el 15 de agosto de 2012.Es tanto el follón de horarios de los bares, restaurantes, pubs y discotecas que todavía no me lo he aprendido ni me lo aprenderé. Dado que al parecer a los ayuntamientos les cuesta mucho ponerse de acuerdo en servicios y usos, quizás saldríamos todos ganando –lo he dicho ya cien veces– borrando del mapa los cinco ayuntamientos, que pasarían a ser eficientes consejerías del Consell Insular.
De paso anularíamos cierta capacidad de posible corrupción, que algunos disfrazan de ineptitud. En muchos casos no estaríamos hablando de ineficacia, sino de complicidad. Evitando la ocasión, o sea, suspendiendo cinco ayuntamientos (y el de Formentera también, ya tienen el Consell) desactivaríamos muchas ocasiones de pecar.
Como está hoy la isla se hace cada vez más ingobernable y en cuanto las mafias encuentren lesionados sus caprichosos intereses, aquí va a pasar algo. Ya se nos trata mundialmente como la isla de las discotecas, lo cual no deja de ser un insulto y una explicación. Un insulto que en la isla de los fenicios, de los museos más portentosos del mundo fenicio-cartaginés, en la isla de los pintores, de la moda y de los escritores se nos reduzca al icónico chunda-chunda del lumpen-proletariat británico que encuentra en estas tierras el mejor refugio para drogarse.
El narcoturismo ha acabado por imponerse y lo que puede considerarse un turismo normal se ha ido alejando de las Pitiusas. Y una explicación, decía, porque esta desmotivadora ineficacia en las cosas importantes nos reduce a un gueto de la música electrónica, donde no se podrá abrir un Museo Arqueológico porque no saben solucionar un problema con un urinario; donde se mantuvo cerrado el Monográfico de es Puig des Molins durante casi 18 años, ante la complacencia y la alegría de los caciques que han usurpado la isla para sus músicas desquiciantes.
Muchas obras nacidas de la especulación están edificadas sobre yacimientos de gran valor arqueológico. Y todo esto nos explica ante el mundo, nos interpreta y no quedamos en muy buen lugar. Quedamos en pésimo lugar. Da lo mismo que en Ibiza no existan inspecciones de aforos de las discotecas, que las sanciones se hayan anulado o rebajado.
Cuando pase algo –pasará, no lo duden– todos se esconderán como ratas para evitar sus responsabilidades. Ibiza, la isla de las discotecas, de las mafias, del cemento, de la especulación.
El panorama no es muy atractivo, pero la euforia difumina los malos presagios y todo queda a la espera de una temporada turística respetable. Los carteristas y los camellos ya tienen comprado el billete.
En Twitter @MarianoPlanells