lunes, septiembre 14, 2015

Mosquito tigre cabreado

Vivir en una isla tendría ventajas si se preservara el aislamiento, pero en el caso de Ibiza no tenemos ninguna ventaja derivada de nuestra insularidad y sí los inconvenientes de vivir comunicados y saturados como en el continente.
Ahora tenemos las desventajas del hecho insular: sobreprecios abusivos, escasez de recursos naturales, incomodidades técnicas (aeropuerto, puertos, averías) y otras varias. Y las desventajas de la Península.
Ibiza ha estado durante miles o cientos de años encerrada en sí misma, casi podría decirse que lacrada, como estas imponentes tumbas faraónicas que llenan de asombro a sus descubridores. Les ocurrió a los primigenios viajeros a las Pitiusas, atónitos ante lo que se ofrecía a sus ojos y a precios irrisorios.
Pero ya nos han roto el lacre y esto no es como el himen de las mujeres moras pudientes, que si disponen de posibles se lo recomponen con la ayuda de un buen cirujano plástico.
Ahora es imposible controlar nada, pese a lo que digan los políticos del Consell, que apenas sirven para otra cosa que no sea cobrar la nómina.
«Controlaremos la entrada de troncos de olivo en origen», afirmaron tan ufanos para tranquilizar a los ibicencos, ya con la mosca detrás de la oreja y las serpientes en el corral.
Aquí no se controla nada y mal puede hacerse si no hay quién y tampoco se sabe muy bien cómo. Solo el comerciante debiera certificar la supervisión de los troncos uno por uno –dicen que irrigándolos con café– e impidiendo la entrada de maderas en tiempos de letargo de los reptiles.
Con las serpientes ya hemos invertido un saco de euros. Para lo único que sirve el Consell, para pagarse sus propios nóminas (unos cinco millones de euros anuales desde que han subido con Podemos/PSOE) y de vez en cuando poner algunas cantidades a ver si la Virgen de las Nieves nos da buena suerte y se capturan dos centenares de serpientes, cuando ya está asumido que las hay a miles.
El fenicio viene hoy perforado por las picaduras de mosquitos. No dan tregua, tras el verano más caluroso que se ha registrado nunca, desde que se miden estas cosas a finales del XIX. Muy caluroso y muy húmedo, ideal para el tremendo mosquito tigre, que causa estragos.
Las serpientes y los mosquitos toreros, porque te clavan sus rejones, han venido para quedarse. Son los nuevos ibicencos. Es inútil tratar de erradicarlos. No se conseguirá, a lo sumo reducir su colonia, evitando pies de macetas con agua encharcada.
Yo intentaré tener una planta de albahaca en cada ventana, remedio payés que al menos nos alegrará el ambiente.