sábado, noviembre 08, 2014

La insoportable fragilidad del turismo


Los que somos emprendedores frágiles o pequeños y medianos empresarios sabemos una cosa por experiencia: para arruinarse no se precisa hacerlo en todos los negocios. Basta equivocarse en el último y ello es así porque casi siempre vamos obligados a reinvertir el poco dinero que se vaya generando y, encima, poniendo partes ya consolidadas como aval. No todo el mundo tiene abundante financiación a bajo interés. Así ha sido y así será hasta el final de los tiempos. Ello explica por qué para unos ha sido mucho más fácil ganar dinero: porque ya lo tenían. Aunque de cara a la prensa digan que se pagaron los estudios jugando de futbolista en el Osasuna, por ejemplo. Por un decir.
Los empresarios turísticos de Ibiza han sido muy valientes, trabajadores y contumaces. A unos les ha ido mejor, quizás porque sumado a su talento y sacrificio, han tenido la suerte de entrar en un buen momento. Aun siendo una actividad del sector servicios que ofrece ciertas garantías de rentabilidad, hoy sabemos que el turismo es frágil, es expugnable y tiene puntos débiles por donde puede sangrar con cierta facilidad. Claro, me dirá ¿y qué actividad económica no los tiene? Este ha sido mi punto de vista y así lo expresé a no pocos amigos que en la crisis de 91-96 se sintieron apresados por fuertes inversiones. «Negocia las deudas, resiste, esta crisis no es para siempre», les decía. Unos lo soportaron, muchos no lo soportaron. Pero siempre ha sido así. 
Hace dos semanas les anticipé que la promoción y la contratación 2015 no decae y esto se vería florecer en la WTM de Londres, una feria turística que es importantísima para España y las Baleares en concreto. Los resultados han sido espectaculares para Ibiza, con los guiños de siempre entre autoridades de San Antonio y promotores ingleses. Unos mandarán los turistas de siempre, ruidosos y sedientos y el ayuntamiento no hará absolutamente nada. Pero la riada de turistas promete ser sonada. La economía del Reino Unido va bastante mejor que la de los europeos continentales, al igual que la de Ibiza va mejor que la de la Península. Pero siempre hay un pero. O dos.
Sin insistir en los cientos de miles de turistas prestados por el islam, el cambio de moneda favorable para los ingleses y nuestro propio valor como almacén de granujas gamberros borrachos, no debemos cejar ni cesar en fortalecer lo nuestro, sin subir los precios alocadamente. Me harán poco caso. Como el poco caso que hicieron unos nudistas ingleses en la playa de Maspalomas el pasado martes, cuando vieron llegar un cayuco atiborrado de guineanos y sierraleoneses, dos países con el ébola desatado. Observaron con estupor cómo la policía –como es normal– ni se acercaba. Ni con máscaras. Finalmente fueron retirados para su tratamiento. Por cierto, algunos tenían fiebre. Los ingleses abandonaron la zona. Euforias las mínimas. Trabajo sin cesar. Cuidar los precios. Somos frágiles.