miércoles, noviembre 19, 2014

Huir de Ibiza (y de Venecia)


Más vale añorarla que tener que soportarla. Solo se añora lo que no se tiene porque se ha perdido, si lo tuvieras en ti o contigo no lo añorarías. Esto lo he escrito muchas veces pensando en Ibiza y Formentera. 
Muchos creadores y viajeros han pasado por aquí, seguirán volviendo, sin recordar que la primera vez se fueron desengañados de la isla. Al poco tiempo la añoraron y volvieron, pero lo que encontraron ya no respondió a sus recuerdos. Su Ibiza ya no existe, por esto se añora. Se añora lo que se ha perdido para siempre, por un motivo o por otro. La Ibiza efervescente de los años 70, llena de ninfas y efebos, galerías de arte, precios accesibles, mucho sol, vino barato, música de calidad en casi todos los bares del puerto y en vivo en las salas de fiesta, esto, todo esto se añora porque sabemos que no es recuperable. Tu Ibiza jamás resucitará.
Ibiza es muy parecida a Venecia, no se imaginan cuánto. Ambas ciudades tienen el mismo número de habitantes, pasando de los 50.000. Pero en realidad son muchos miles más, debido al desfile compulsivo de turistas que desfilan con la mirada extasiada o perdida, tras un guía que les va explicando –mal, casi siempre, pero da igual– algunas curiosidades. Ibiza y Venecia se han convertido en un parque temático. La sensación de agobio, de escandalera y de precios astronómicas ha creado un nuevo fenómeno: la hégira, la diáspora, la huida. Huir de Ibiza, huir de Venecia. En ambas ciudades, bellísimas en sus formas, en su patrimonio y famosísimas en todo el mundo, los residentes van huyendo de las incomodidades y de los precios inalcanzables de los inmuebles.
Otra cosa que nos asemeja drásticamente: la abrumadora invasión de cruceros. Los cruceros están acabando con la que fue una ciudad civilizada, acogedora y bien de precios, como Barcelona. Qué europea y que señorial fue la Barcelona de los años 70, hasta la llegada demoníaca del compulsivo Pujol y sus fanáticos. Barcelona, Venecia, Ibiza, en realidad parques temáticos (BCN por el campo del Barça y por Gaudí, sobre todo) que absorben unos chorros imponentes de turistas de crucero o de turistas de chárter low cost. De la Barcelona desfigurada por el turismo ya se han hecho varios documentales, con la amarga queja de la gente normal, de los urbanitas de Barcino y de los urbanistas (ahora con ese) alarmados por el cambio de uso de algunas zonas que se alquilan al turismo de los hooligans.
Venecia está inundada, no solo por la periódica subida de la marea (acqua alta) sino por los cruceros que están destruyendo el equilibrio humano de la ciudad y probablemente dañando las estructuras profundas de los cimientos, porque hay que recordar que los edificios están asentados sobre pilones de madera, por extraño que parezca.
¿El turismo? Maravilloso porque activa el nivel de vida, pero venenoso porque desactiva el desarrollo habitual histórico del sitio donde pisa. Pisotea. Podemos seguir otro día, de momento sepan que entiendo a los tránsfugas. Y hasta les felicito.