miércoles, agosto 13, 2014

A gusto cuando aprieta agosto

Como las casetas varadero de San Miguel, el turismo ruso del verano 2014, ha amanecido boicoteado por las represalias rusas a las sanciones europeas
Veranear en un pueblito balear con apenas unos cientos de habitantes da cierta distante cercanía en este agosto endemoniado. Más o menos como cada año, decía el fenicio el otro día. En julio se trenza la tragedia, pero suele alcanzar el cénit de crueldad en agosto. Da lo mismo que sea Siria, Ucrania, Corea, Venezuela, Irak, Gaza, Malasia, Libia, Mali... quizás siempre hemos vivido en una geografía de la vesania, pero la carencia de infraestructuras de comunicación nos mantenía blindados ante la furia y la locura, así que esta acumulación de crueldades quizás solo se vea potenciada o desencadenada por las calores. O sea, que ya venía larvada, claro.
Cuando estallaron los episodios más sangrantes entre Rusia y Ucrania, el fenicio detectó un peligro directo para los baleáricos. Muchos de los turistas y de los cruceros que usan Crimea se han visto ya afectados por la crisis, una crisis fea, que será prolongada, ya lo estoy viendo.
Baleares lleva diez años intentando ganarse a los turistas rusos. Incluso los Matas boys usaron su tarjeta de crédito para promocionarse en clubes como el Rasputín en Moscú, con tal de hacerse con sus simpatías. Con resultado catastrófico, como todo lo que ha tocado Matas. Y a saber lo que queda por emerger del choriceo de alguno del PP. 
Ahora los rusos lo tienen más difícil para venir a Baleares o a Barcelona: se supone que la situación prebélica y la política de sanciones a Rusia tendrá consecuencias. De momento tiemblan los exportadores de frutas españolas. La UE ha avisado que compensará la prohibición de exportar a Rusia. O sea, que van en serio. Dentro de Rusia, el propio Putin ha recomendado a sus funcionarios que veraneen en su país, nada de salidas. Y además la depreciación del rublo con respecto al euro es significativa. Cuando llegue octubre sabremos hasta qué punto nos está perjudicando la política de sanciones y de represalias. De momento se calcula entre un 20 y un 40% menos.
Baleares no puede ganar siempre. Mientras el desastroso panorama de los países ribereños mediterráneos beneficia el turismo balear casi sin excepciones, sobre todo los países árabes, tendremos que encajar el desistimiento del turista medio ruso, al menos en lo que queda de agosto y septiembre. Después ya se verá. 
Cambio de tercio. El fenicio se congratula de que el Ayuntamiento de Vila vuelva a estar regido por la vara de mando de una alcaldesa. En apenas nueve meses solo tendrá tiempo de gestionar los cotidianos embates, los problemas enquistados, pero mejor para Virginia Marí, a quien deseo suerte. Ahora solo toca que la inspectora de pesca rehúya a los besugos submarinos, siempre acechando por aquellas alturas.
Lo demás vendrá por añadidura y con una sonrisa, incluso a quien no la merezca. Le queda un embarazo y seguro que será feliz, aun lleno de enojosas dificultades.