miércoles, noviembre 18, 2009

Turismo taurino


El turismo ha pasado a ser desde los años 60 del siglo pasado uno de los negocios más seguros y florecientes del planeta y al que todo el mundo quiere apuntarse.
Tendría que acontecer un cataclismo en Europa, tipo epidemia, guerra o algo así para que el turismo dejara de fluir en todas direcciones.
Me refiero a los mercados emisores como Estados Unidos y Europa (que a su vez junto con España, son los primeros receptores).
Pero al margen de los grandes flujos existe un turismo de excursión o de escapada: son los fabulosos tres días que te regeneran la mente y a veces el cuerpo.
Y en este campo Ibiza no consigue conectar. No hay manera y eso que se ha mejorado muchísimo. Siempre he oído quejas con respecto a Mallorca, que capta mucho turista o segundo residente que vienen los viernes por la noche y se van el domingo noche a Frankfurt, Madrid, Milán o París.
El problema de Ibiza son los transportes. Ya lo era en los años 80 y desde entonces nadie ha conseguido resolver el nudo. Ibiza no parece rentable para las compañías áreas, ni usando el enlace con Palma, Madrid, Valencia y Barcelona, que esa sería otra solución.
En esta línea doméstica solemos hablar de turismo sexual, turismo deportivo, turismo de la tercera edad, turismo cultural, turismo de sol y playa, turismo de buceo, etc. Y de turismo taurino.
Y aquí tampoco podrá aprovecharse Ibiza del flujo de visitantes taurinos, porque cerramos la plaza de Ibiza y nunca se reconstruirá, si no se cambia la ley balear.
Barcelona, Gerona y Tarragona pueden ofrecer corridas de toros y eso no deja de ser un reclamo eficaz para diversificar la oferta. Hasta que se prohíban y ya están en ello. La ciudad que albergó tres magníficas plazas y que era el sitio de España que más corridas tenía en cartel de toda España desde 1920 hasta 1960, se va a quedar sin toros.
Ya se ha anunciado a bombo y platillo. Todo el Sur de Francia ofrecerá corridas de toros, Aragón y Valencia lo mismo. Ya me estoy imaginando la alegría de los castellonenses al poder programar grandes festejos sin la competencia de la potente Barcelona, aunque ya sólo tiene (o tenía) las 19.000 plazas de la Monumental.
The New York Times ha sido el medio más espectacular y ha publicado un análisis muy incisivo y sosegado. Narra el hundimiento de Barcelona en su ensimismamiento localista por presiones del nacionalismo, esta ideología casposa y rancia del siglo XIX, y explica que el Parlamento catalán va a consultar la prohibición de las corridas.
Por razones morales, por razones políticas o por simple ignorancia, una tradición que enriquece nuestro patrimonio, se verá prohibida en unos meses. Castellón aplaude.

Diario de Ibiza