domingo, diciembre 14, 2008

Unos tanto, otros tan poco

Hoy es domingo. Vamos a hacer el juego
de las declaraciones contradictorias o
al menos con matices excluyentes entre
ellas. Hoy estamos más acostumbrados a
escuchar una cosa y su contraria y no nos
alteramos. Desde la cima del poder, el stablishment
está buscando ciudadanos cloroformizados,
uniformados y nadie ha
sido tan eficaz como el socialismo para lograr
autómatas.
Una prueba del juego: toma el mando
de la televisión y ves marcando las seis cadenas
principales. Será muy raro que no
entres en un corte donde en aquel momento
no se capte a un locutor (preferentemente
afeminado casi hasta el esperpento)
muy chillón, pero mayoritariamente
aplaudido.
Si es una serie, las risas están enlatadas.
¿De qué se ríen estas risotadas pregrabadas?
Desconfío siempre de las series que
emiten estas risas o aplausos uniformados.
Otro juego, éste más triste para los ibicencos:
las declaraciones de los políticos y
de los especialistas en turismo. ¿De verdad
se creen que los ciudadanos, aunque aplaudamos,
aunque seamos discretos, somos
tan ingenuos? ¿Nos toman por tontos?
Joan Mesquida es el Secretario de Estado
de Turismo (por cierto, a pesar del sueldazo
sigue viviendo en una casa propiedad
de la Guardia Civil, mientras los guardias
no tienen ni balas para hacer el tiro de
prácticas).
Mesquida es mallorquín y entiende de
turismo. Por ello no acabo de entender su
«confianza en la fortaleza del turismo»
(DI, 11 nov. 2008, pag. 6), «incuestionable
a la mala situación económica internacional
».
En realidad, el turismo es la última y única
gran exportación de nuestro país, y en
la presente temporada ya ha demostrado
su debilidad. Pero los datos que voy leyendo
(hablaremos más adelante) sobre
Italia, Alemania, Gran Bretaña y nuestra
propia España son muy preocupantes. ¿Lo
dejamos aquí hoy?
No, la otra cara de la moneda y sigue el
juego: el experto Pablo Guijarro piensa
que la recesión en los países antes mencionados
creará en las Pitiusas una crisis
de calado (DI, 3, dic. 2008).
Si la crisis turística en Ibiza y Formentera
es grave, lo será también en el resto de
España. Y además, una idea y su contraria
no podrán ser.