miércoles, diciembre 10, 2008

Paranoicos

Como yo mismo soy un poco paranoico, voy a tratar el tema, a ver si consigo exorcizar mis demonios. Pasen pues y lean, porque aumentan muchísimo los paranoicos.
En `Lagartijas azules en París´ reproduje la frase de un alto directivo de Microsoft, cansado de periodistas que indagaban: «… y mire, en este oficio, sólo sobreviven los paranoicos». Y no todos, apostillé yo, porque me hizo mucha gracia la frase, por lo que tiene de cierta.
Daniel Freeman, del Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres, ha publicado el libro: `Paranoia: el temor del siglo XXI´.
Tanto él como su equipo han quedado sorprendidos del gran aumento de paranoicos en la sociedad actual.
No me extraña. No es sólo el modo de vida, la soledad implacable, una vida adornada por cerraduras en vez de sonrisas y compañía cómplice, también son las drogas. No nos escondamos: nos drogamos cada vez más.
¿Como siempre? Pues no, porque casi no me refiero a un uso del vino, la cerveza o al cannabis, sino a drogas de diseño, artefactos químicos que pasan por el cerebro como una apisonadora. Todo el mundo sabe que me refiero a las pastillas, al crack, la cocaína, morfina, heroína, etc.
Leo que encontraron un niño de 12 años, desmayado en plena calle. Bueno. Tampoco exageremos, y dando por sentado que nuestro ambiente es descorazonador (y el de otros sitios, y la programación de la tele, etc.) estas cosas siempre han pasado y seguirán pasando. Muchos no superamos los ritos iniciáticos con nota alta.
El mismo Tony Blair recogió a su hijo de la calle. Los niños ingleses beben de forma suicida. «Es bastante más difícil ser padre que ser primer ministro», dijo Blair. Es posible, pero tampoco nacen enseñados los padres.
La paranoia nos acompaña desde el principio de los tiempos, y un cierto grado de paranoia es bueno para la supervivencia.
No es conveniente, sin embargo, llevarlo a extremos políticos, como el caso de este empresario ibicenco con delirios de grandeza que se siente perseguido por Tarrés. Pero hombre no, usted no, sus disparatados proyectos y no todos. Usted insista.
Otros somos paranoicos, pero sabemos que nos ponen a parir de verdad. En tal caso ni somos paranoicos ni somos exagerados, sólo damnificados. Más de un periodista me dará la razón. «Lo peor de los complejos de persecución es cuando te persiguen de verdad», decía un catalán brillante y normalizado como Eugenio d´Ors. Y él lo supo bien, porque los que más le persiguieron fueron sus paisanos.
Sus paisanos son paranoicos fenomenales dijo Dalí (inventó el método paranoico crítico). Josep Pla también lo dejó escrito. Si no se lleva al extremo, ser paranoico no debe ser tan malo.
Y cada vez somos más.