miércoles, octubre 12, 2016

Lluvias, impuestos y mosquitos



Llegó la primera embestida fuerte de lluvias, aunque días antes ya había soltado un manguerazo en San Antonio. No parece que haya causado muchos daños y más sabiendo que las infraestructuras estaban muy resentidas de un verano donde han sido forzadas a tope. Por supuesto, con las preceptivas inundaciones de rigor, que están incluidas en el programa y forman parte de nuestro patrimonio cultural reciente. Seguirán más lluvias, ahora ya más remansadas. Las Pitiusas tienen sed. La primera acometida suele venir decorada con efectos teatrales de rayos, truenos, y otros fenómenos marítimos inabordables. Que caigan ahora las aguas bonitas y alimenten la tierra reseca de esta isla violentada en todos los sentidos, aunque por desgracia las previsiones que he consultado nos auguran un otoño muy seco. Puede.
Como ya dije, el Pacto está cavilando subir la ecotasa e implantar impuestos nuevos. Sobre todo, capitaneados por exigencia de los catalanistas de Més y por Podemos, este engendro que venía a regenerar a la casta. En su mayoría son comunistas: quieren el dinero de la gente para colocar a más de los suyos. Y que todo el derroche actual se vea multiplicado, pero siempre en manos del Estado. Es justo lo contrario de lo que debemos hacer. Echar a politicastros, cargos políticos, empleados públicos y enchufados. Erradicar contundentemente el gasto político improductivo, tanto si va a embajadas, monsergas identitarias, como a observatorios y plataformas y bajar impuestos. Menos mal que Bruselas (vía Montoro) sujeta un poco el trecho y el techo de gasto (léase despilfarro).
La consejería de Medio Ambiente del Consell de Ibiza se rinde: no hay manera de erradicar la proliferación del enojoso mosquito tigre, como de las culebras. Han venido para quedarse y exigen papeles. En Ibiza no medran los animales ponzoñosos, nos dijeron, ja. Nos podemos consolar sabiendo que este molesto visitante ya está instalado en todas las provincias españolas mediterráneas y en Baleares. Parece que le gusta estar cerca del mar, o puede que sea que por mar llegó. Que se vaya expandiendo por el resto de España y Portugal solo es cuestión de tiempo, poco tiempo.
Fue detectado por primera vez en 2004, en Cataluña. En doce años ha tomado posesión de plaza en la España más rica y turística. ¿De qué nos serviría destruirlo en Ibiza si al cabo de unos pocos meses volvería a entrar en algún contenedor de carga o simplemente en el interior de un vehículo? Mejor es aprender a tomar medidas higiénicas para no facilitarle la reproducción.