miércoles, julio 20, 2016

Récords y recuerdos



Ya no nos caben ni nuestros lodos generados por la actividad humana. Lo saben los rincones del litoral que tienen la mala fortuna de recibir el salitre del agua desalada: alteran de tal manera el medio ambiente y las condiciones del mar que ponen en peligro cualquier señal de vida habitual.
Tenemos que pagar por todo. La propia isla no tiene capacidad de regenerarse por sí misma ni de asimilar ni de filtrar los desechos que vamos expeliendo. Seca y salada en nuestros acuíferos, cada vez con menos territorio y menos recursos, Ibiza se encuentra ante una gran encrucijada: ¿ha de decir basta al turismo? ¿Cómo controlarlo sin dañar la imagen de la isla ni nuestra única industria?
Los cuatro millones de turistas exigen cada vez más: hay que pagar por importar comida y bebidas y a partir de ahora tendremos que pagar (y mucho) por deshacernos de la basura en cualquiera de sus estados. Enviar los lodos a Valencia saldrá por unos 800.000 euros. Y parece la mejor solución.
No es cierto que la isla se haya reconvertido en un centro de turismo selectivo, con pocos turistas y de una gran capacidad de gasto. Es pura fantasía. Las Pitiusas viven del turismo de masas, muy abrasivo y gran derrochador de recursos. Dejan toneladas de fecales que habrá que sacar de la isla en barcazas y que enriquecen a los valencianos. Esperemos que no los destinen a la huerta.
Lo que ya nos está alarmando es el aumento progresivo de estas cifras, aun sabiendo que son turistas prestados por la crisis global del Mediterráneo. ¿Los ibicencos no tienen nada que decir sobre esta cuestión?
Mientras, en Ibiza nos quedamos con los 300.000 turistas diarios, que llegan mediante estas 8,5 millones de plazas ofertadas por las compañías áereas para 2016. Cifras que nos retrotraen al recuerdo del aeropuerto de es Codolar, cuando se accedía directamente a los aviones caminando por la pista. Hoy somos uno de los aeropuertos más concurridos y rentables de toda Europa.

Podemos elegir este invierno entre tratar nuestros récords o nuestros recuerdos, o quizás ambos porque habrá que tomar decisiones.