Si buscar desesperadamente el dinero para pagar las nóminas y los gastos corrientes es alarmismo, como dicen algunos de la oposición, en tal caso alarmémonos. Alarmémonos e investiguemos dónde está el dinero, cómo se ha administrado y cómo rayos ha sido posible generar esta deuda de dimensiones históricas.
Como dentro de quince días hay que ir a las urnas para depositar nuestro voto en las elecciones generales, yo no voy a entrar en la dialéctica partidista. Que hagan su trabajo estos políticos perezosos y derrochadores. Porque han derrochado mucho los nacionalistas, los socialistas y, donde y cuando han gobernado, también los liberales o conservadores del PP.
Pero a nadie habrá pasado inadvertido que estamos en una situación bastante más seria de lo que un presunto alarmismo del PP pudiera sugerir. Bastante más seria, así que tonterías las mínimas.
No pasa día en que nuestro Diario no nos presente una situación nueva que nos lleva de sobresalto en sobresalto.
El fenicio se vuelve a rascar la cabeza. Cavila. Duda. No tiene claro, por ejemplo que el Consell pueda ponerse a vender inmuebles para conseguir liquidez, aunque ya vemos que lo están haciendo todas las autonomías hispanas... cuando pueden. Simplemente, el mercado ha colapsado, por decirlo suavemente. Sin dinero a crédito, la economía se atasca y en muchos casos y sectores se hunde. Que se lo digan al gremio de los constructores, que se han quejado en un artículo muy sensato de la falta de dinero a crédito. Bienvenidos al club, amigos constructores. Euro que entra por la ventanilla del banco o caja ya no verá más la luz, pues el propio banco lo usará para amortizar sus propios e inminentes vencimientos de deudas.
Hasta hoy era muy fácil disparar con pólvora del rey. ¿Hasta cuándo hubieran seguido los socialistas y los nacionalistas despilfarrando un dinero que pedimos prestado a un altísimo interés? Ni se sabe.
Se sabe que han gastado todo y mucho más de lo que podemos generar por el momento. Se acabó la pólvora, la del rey y la del común de los mortales. Quizás es por ello que Vicente Serra, nuestro presidente ha decidido poner a la venta el Polvorín. ¿Si no tengo mar, para qué quiero canoas? ¿Si no tengo munición para gestionar para qué quiero este mamotreto? No le falta razón.
¿Para qué sirven las medidas drásticas a esta alturas? Para equilibrarse, pero ya llegamos muy tarde. Aquellos que todavía no lo supieran descubrirán ahora que el Estado es una mala empresa, que gestiona mal, despilfarra los bienes del contribuyente y que de todas formas, por hacerlo así, tampoco genera empleo. El régimen de socialistas y nacionalistas se convirtió en una empresa de contratación y tampoco funcionó.
Ahora un nuevo concepto de gestión toma forma, pero no tiene dinero ni para pagar la luz (que se lo digan a Valencia). ¿Dónde ha ido a parar el dinero? ¿Por qué se debe tanto? Mientras alguien se plantea estas preguntas, ahora recuerdo las palabras de Suárez cuando tuvo que desmantelar el régimen franquista en una transición que ahora se ha revelado una trampa mortal para nuestra democracia: «Tengo que cambiar las cañerías sin dejar de dar agua y servicios», decía. ¿Volvemos a estar como en 1976?
Como dentro de quince días hay que ir a las urnas para depositar nuestro voto en las elecciones generales, yo no voy a entrar en la dialéctica partidista. Que hagan su trabajo estos políticos perezosos y derrochadores. Porque han derrochado mucho los nacionalistas, los socialistas y, donde y cuando han gobernado, también los liberales o conservadores del PP.
Pero a nadie habrá pasado inadvertido que estamos en una situación bastante más seria de lo que un presunto alarmismo del PP pudiera sugerir. Bastante más seria, así que tonterías las mínimas.
No pasa día en que nuestro Diario no nos presente una situación nueva que nos lleva de sobresalto en sobresalto.
El fenicio se vuelve a rascar la cabeza. Cavila. Duda. No tiene claro, por ejemplo que el Consell pueda ponerse a vender inmuebles para conseguir liquidez, aunque ya vemos que lo están haciendo todas las autonomías hispanas... cuando pueden. Simplemente, el mercado ha colapsado, por decirlo suavemente. Sin dinero a crédito, la economía se atasca y en muchos casos y sectores se hunde. Que se lo digan al gremio de los constructores, que se han quejado en un artículo muy sensato de la falta de dinero a crédito. Bienvenidos al club, amigos constructores. Euro que entra por la ventanilla del banco o caja ya no verá más la luz, pues el propio banco lo usará para amortizar sus propios e inminentes vencimientos de deudas.
Hasta hoy era muy fácil disparar con pólvora del rey. ¿Hasta cuándo hubieran seguido los socialistas y los nacionalistas despilfarrando un dinero que pedimos prestado a un altísimo interés? Ni se sabe.
Se sabe que han gastado todo y mucho más de lo que podemos generar por el momento. Se acabó la pólvora, la del rey y la del común de los mortales. Quizás es por ello que Vicente Serra, nuestro presidente ha decidido poner a la venta el Polvorín. ¿Si no tengo mar, para qué quiero canoas? ¿Si no tengo munición para gestionar para qué quiero este mamotreto? No le falta razón.
¿Para qué sirven las medidas drásticas a esta alturas? Para equilibrarse, pero ya llegamos muy tarde. Aquellos que todavía no lo supieran descubrirán ahora que el Estado es una mala empresa, que gestiona mal, despilfarra los bienes del contribuyente y que de todas formas, por hacerlo así, tampoco genera empleo. El régimen de socialistas y nacionalistas se convirtió en una empresa de contratación y tampoco funcionó.
Ahora un nuevo concepto de gestión toma forma, pero no tiene dinero ni para pagar la luz (que se lo digan a Valencia). ¿Dónde ha ido a parar el dinero? ¿Por qué se debe tanto? Mientras alguien se plantea estas preguntas, ahora recuerdo las palabras de Suárez cuando tuvo que desmantelar el régimen franquista en una transición que ahora se ha revelado una trampa mortal para nuestra democracia: «Tengo que cambiar las cañerías sin dejar de dar agua y servicios», decía. ¿Volvemos a estar como en 1976?