domingo, noviembre 23, 2008

Basta ya de cemento

Este próximo verano nos dará una idea de lo que sería Ibiza en caso de una pérdida importante del número de turistas. Una merma sustancial del flujo (un millón y medio, casi dos millones) dejará un paisaje que muchos nuevos ibicencos todavía no han conocido.

Cabe la posibilidad de que se inyecten artificialmente nuevos proyectos urbanísticos para paliar la crisis coyuntural. Sería un error fatal. No es la crisis coyuntural lo que me preocupa de Ibiza, sino la profunda crisis estructural que viene causada por un modelo desarrollista insostenible.
Por fatigoso que parezca, lo vengo diciendo desde 1972. Y desde 1982 como la narración ineludible de nuestro destino o de nuestro predestino anunciado.
Brevemente: sobra cemento. Ya sobra mucho cemento. Ibiza no construye una casita para cada hijo, sino auténticas monstruosidades que han dado al traste con el agua, la media humana, la calma, el paisaje y el valor global de la isla.
El cemento sobre Ibiza cotiza en la Bolsa y en sociedades alemanes, suizas, españolas. Ibiza no debe cotizar más que en nuestra propia bolsa, aunque ya hemos perdido este tren. Y tan convencido estoy de lo que digo y desde hace tanto tiempo, que en el año 2000 ahuequé el ala y salí volando.
El problema de fondo no es la crisis internacional, sino los políticos ibicencos. En Ibiza no hemos sabido gestionarnos y cada vez la crisis será más habitual, porque funcionamos contra natura.
Este próximo verano será mucho peor que el de 2008.
Europa estará probablemente en recesión durante la próxima primavera: pérdida de empleos a cientos de miles. Gran Bretaña, Alemania y España son nuestros tres grandes proveedores.
Basta leer cualquier periódico para confirmar las peores sospechas: Ibiza tiene que sumar un millón y medio de turistas jovenzuelos que vengan a gastar durante tres meses.
Precisamente el sector de población peor tratado en los tres países antes mencionados. Ibiza recibirá de pleno durante el verano de 2009.
Eso sí, movida, mogollón, problemas, revuelo y disputas sobrarán.
Quizás la promoción turística debe pescar en otros caladeros.