miércoles, febrero 14, 2018

Una vida apegada a la tierra y al mar

Migjorn, Formentera. Foto Germán Lama
Cuando dije que Formentera no quiere tanto metal sobre sus carreteras, porque simplemente no lo absorbe, no estaba elaborando una metáfora. Es la realidad de la diminuta isla, de apenas 80 km2. Este es su particular encanto. Aprovechando que los aviones que aterrizan en Es Codolar no usan la ruta de aproximación por Formentera, salvo casos de emergencia o excepcionales, deben potenciar este carácter natural, campestre que ofrece la isla. Verde de los pinares, azul de las aguas costeras y un hermoso marrón de sus tierras de cultivo , de sus roquedales o costas. Una vida rústica, tan añorada en las capitales europeas, tomadas por el cristal, el asfalto y el aire contaminado.
Aparte de los engorros físicos, la proliferación de vehículos distorsiona su naturaleza , con una arquitectura hecha a la medida humana, con proporciones elegantes y discretas -salvo en los últimos años, en que han caído en el mismo defecto de balearizar la isla. Estas interminables culebras de metal son repugnantes y peligrosas.
Pero será realmente prolijo enmarcar la cuota de vehículos en un ente jurídico que no pueda ser denunciado ante la UE ni ante la Constitución de España. Formentera no es Doñana, pero ¿puede declararse toda la isla como parque en protección especial? No. Doñana tiene una extensión de 543 km2, es decir 7 veces mayor que la Pitiusa menor y es parque nacional y natural. Es por poner un ejemplo de lo complejo que puede ser articular medidas de este tipo. La parte jurídica será difícil, pero la ejecución puede ser una pesadilla y si es el Consell quien emite el pase de entrada no imagino cómo puede funcionar. Mucho ánimo.