sábado, abril 29, 2017

Concertinas contra la invasión

Las estremecedoras heridas de las concertinas
Les necesitamos, pero no les queremos. Esta es la doble orden mental que tienen los residentes en Baleares y que acabará por volvernos majaras. En Ibiza sabemos muy bien que sin el turismo no somos nada, pero los más veteranos recordamos que vivíamos mejor cuando a la isla llegaba medio millón de turistas. Ahora llegarán seis veces más por lo menos, pero nos sentimos desdichados. 

No puede decirse que lo hayamos programado nosotros. Hemos hecho muchas cosas mal y otras muy bien, pero la gran avalancha no es por nuestros méritos. A estas alturas lo sabe cualquiera, incluso quien no lea periódicos. Por nuestra gracia o por nuestra desgracia tendremos que lidiar en 2017 con la peor situación vivida desde el estallido de la guerra civil en julio de 1936, que en Ibiza adquirió tintes dramáticos a partir del 8 de agosto, como ha ido narrando con profusión y gran nivel nuestro entrañable Mariano Llobet, que en gloria esté. Jamás habíamos pasado por una situación tan alarmante. 

Se constata la presencia del mosquito tigre, serpientes, atascos y embotellamientos, de precios caníbales, de calores y humedades. Pues bien, de forma inexplicable, estos casi cuatro millones de turistas prefieren venir a Ibiza, antes que pasar sus vacaciones en Egipto, Turquía, Corfú, Siria o Marruecos. Incluso los mafiosos y millonarios -los mismos que suelen salir en la prensa española e internacional- consideran apropiado defenderse de la avalancha con los mismos métodos que emplean las peores fronteras del mundo, como en algunos tramos de EEUU con México. 
Creo que en Ceuta y Melilla desinstalaron las concertinas, que te pinchan o te rajan o ambas cosas a la vez. En las mansiones de Porroig conocen estas invasiones y se protegen.