sábado, febrero 13, 2016

La gran matanza caprina

Matar las cabras a balazos es la única solución posible, explica el consejero Vericad. Obviamente no es cierto, incluso en es Vedrà se podrían matar a besos o como se ha hecho siempre, reducirlas y acorralarlas en el recinto donde se atan y se trasladan en barco a Ibiza, donde pueden guisarse o soltarse.
Se ha publicado un vídeo donde se observa a los satisfechos cazadores con tres ejemplares de cabra. De tres en tres se tardaría un poco más. O de nueve en nueve, pero estos ecologistas mallorquines podrían quedarse a dormir en las cuevas mágicas, lo que pasa es que seguramente tienen miedo de las energías ocultas.
La carnicería de es Vedrà pasará a la historia y se compondrán canciones, vídeos y películas que se exhibirán este verano y darán la vuelta al mundo, como aquellos carneros de la Odisea que saliendo alborotadamente de la cueva del Cíclope salvaron la vida de los marinos de Ulises. Os haréis famosos y eso debe alegraros ¿o no era lo que buscabais?
Una sola cabra pudriéndose al sol ya entraña peligro de propagación de infecciones ¿se imagina alguien 47 cadáveres con una media de 30 kilos? Es mucha carne. Estas locuras solo son imaginables en tiempos de violencia de los piratas berberiscos o turcos. ¿Estamos gobernados por unos irresponsables?
El consejero Miguel Vericad, nacido en Jaca (Huesca), de Izquierda Unida, tendrá ahora difícil tarea para justificar su oposición a los cazadores o a las corridas de toros, aunque en Ibiza ya no tenemos plaza. La que había, frente al hotel Royal Plaza, se derribó.
El consejero Vicenç Vidal del Govern balear despejó balones al afirmar que no quieren gestionar un corral de cabras en es Vedrà y que el método empleado fue «un medio de gestión de conservación de la reserva natural», lo cual demuestra que han aprendido velozmente el uso y abuso de eufemismos para disfrazar algo que no ha gustado una pizca a los animalistas del Pacma o a los ecologistas en general, no afiliados al GEN-GOB o a otras formaciones politizadas.
Dicen que hay 166 especies botánicas en los islotes, 12 de las cuales son endémicas, no medran en ninguna otra parte del planeta. Pero ha sido un final sangriento y apocalíptico para estos bellos seres que brincaban incansables en los riscos de caliza del gran acumulador de energía. Como dicen en Ibiza, karma de sangre, mal presagio.
Los espíritus cabrunos perdurarán muchas años en estas piedras que parecen de un metal desconocido procedente de otro mundo.