miércoles, diciembre 30, 2009

Las Saturnales en vez de las Navidades


Miren, les voy a hacer una confesión: no me gustan estas fechas navideñas. Dicen los psicólogos que el nacimiento de la primavera y los días finales de diciembre son los más propicios para los suicidas. No es mi caso tan extremo y a todos animo al optimismo aun en los peores momentos.
Las Navidades están bien para los niños y quizás para las familias numerosas, mientras se lleven bien. Dicen que todos nos volvemos como niños. Pues no, mire usted, yo no quiero volverme como un niño y casi estoy llegando a la conclusión de que sería una meta recomendable que los niños se hicieran adultos de una vez. Y que pudieran comprarse un piso o alquilarlo y vivir su propia vida. Y eso sí, ser muy amigos. Y besuquearse.
Me temo que hace muchos años ya me descolgué de esta vorágine de campanilleos almibarados y de consumismo atroz. Las Navidades para mucha gente son una tortura, ya no digamos para la supermamá que acaba hecha polvo, dolorida, con resaca y cavilando qué habrá hecho mal para que la segunda hija siga recriminándole –en silencio o con desprecios– no sé qué oscura historia.
Como ya tengo una edad me suelen llamar algunas mamás. En realidad a mí me gustaría que también me llamaran sus hijas, pero para ellas ya soy transparente. Pasas a su lado por la calle y ni te ven. Al menos cuando fumaba caliqueños de cinco euros el puro les echaba unas caladas de humos canarios, como sin querer, y las jovencitas me maldecían entre dientes con una ternura reconfortante. Ahora ya ni fumo. Bueno, no estoy seguro.
Me llaman desesperadas las mamás, como si hubieran olvidado el manual de instrucciones con sus hijas, con alguna de las cuales mantienen una sorda guerra de nervios. ¿Qué debo hacer, si estoy siempre irritada con ella, pero me duele que me ignore? Yo me sé esta asignatura en teoría, porque veo mucho los somníferos documentales de La 2 después de comer: «que yo haría como la leona», les digo.
–¿Comérmelas?
Bueno, no. Cuando un felino o una perra tiene muchos cachorros se tiende y deja que vayan encontrando el pezón y que compitan entre ellos. Quiero decir que no la persigas, ni le hagas demasiado caso. Cuando se aproxime (que lo hará seguro) no le hagas preguntas ni reproches. Todo el resto ya obedece a un orden cósmico entre mujeres. Misterio.
Los romanos eran más listos, pero tampoco supieron superar estos mantecosos días de invierno sin pagar tributo al pedorreo y a la comilona. Del 19 al 25 de diciembre celebraban las Saturnales y se hinchaban de comer, porque eran las fiestas de los esclavos que habían trabajado –como nosotros, que somos esclavos del consumo sin saberlo– todo el año como bestias.
Siempre que me dejen en paz, no me molestan estas fechas. Sólo que no me gustan. Me gustarán más cuando quiten anuncios y campanillas bobas en la televisión, aunque la veo poco. Tampoco me gustaría que quitaran la Navidad. Ya llevan un tiempo sugiriéndolo nuestros progre-socialistas gobernantes (una peste).
Que dejan a la gente en paz, aunque seamos españoles.