sábado, junio 24, 2017

Rayos y culebras

Culebra nadando en aguas de Sa Cala, Ibiza. Foto vía Diario de Ibiza
Ya sabíamos que muy pronto se nos quitarían las ganas de hacer bromas con las culebras. Poca broma o ninguna, porque la multiplicación de los ofidios es impresionante por algunos motivos muy básicos: en primer lugar no tienen un depredador específico que las reduzca; por el contrario campan a sus anchas con absoluta autosuficiencia. Se sienten en la cima de la cadena trófica. Y en segundo lugar, andan sobradas de comida de todo tipo. Si prefieren la caza en caliente, lo tienen fácil, ni siquiera necesitan una despensa. Cualquier pared de piedra seca, tronco de algarrobo o de olivo es un espacio de provisión imbatible. Pero si quieren otro tipo de bichejos o ranas lo tienen igual de fácil.
Los rayos nos llegarán en octubre o antes. Peligrosos zarpazos eléctricos que caen en cualquier tronco, que súbitamente entra en combustión abierta. Parece que ha sido un rayo el causante del pavoroso incendio boscoso de Portugal.
A los rayos tenemos difícil dominarlos, ni con la ayuda de Baal, el jefazo supremo de nuestro panteón fenicio-cartaginés, pero a las culebras les tendríamos que plantar cara y darles batalla. Les hemos dejado una ventaja de más de veinte años y han arraigado en toda la isla, así como en Formentera. No habrá manera de extinguirlas y menos si siguen entrando estas expediciones monstruosas de troncos de olivo de la Península.
Pero hay que mermar drásticamente las colonias de serpientes, que como ya sabemos incluso se lanzan al mar para darse un chapuzón.
Puedo anticipar que no esperen grandes resultados del Consell. Tendrán que ser los propios ibicencos quienes con su constancia, tiempo y dinero, reduzcan los daños de esta plaga. Y como suele decirse, ayer ya era tarde.