Yo supongo que se trata de un mecanismo para no levantar alarma ni crear más angustia de la necesaria, pero no pasa día en que no escuche argumentos contra la existencia del cambio climático.
Curiosamente en su mayor parte provienen de sectores más o menos conservadores. Es cierto que existe mucha gente falsa y presuntamente progresista (como el codicioso Al Gore) que se han erigido en adalides del nuevo ecologismo.
Han sido muy listos, pero no es muy inteligente permitir que estos personajes, muy poco ejemplares en su vida privada y en sus empresas mineras, usurpen el papel de otra gente que lleva décadas dejándose la piel por la causa.
Incluso, el mediático Federico Jiménez Losantos, por otras cosas admirable y valiente, no pierde ocasión de burla contra los defensores del deterioro del clima. Hace mal cuando, a sabiendas, usa la temperatura de un día en los Montes Universales de Teruel para invalidar el proceso de deshielo de los glaciares y de las nieves eternas de algunos picos montañosos.
En realidad, WWF lo acaba de confirmar por enésima vez en proyecciones cada vez más perfilados. Sigue el proceso de cambio, sigue la pérdida de hielos y glaciares. Con una salvedad: el proceso es muchísimo más rápido de lo que se proyectó.
En el Oeste y Centro de Europa, lo que hoy son ciclones muy destructores se irán convirtiendo en huracanes, doblando como mínimo su capacidad.
En Ibiza yo usé las proyecciones de Millán Millán hechas para la Comunidad Valenciana y el Mediterráneo occidental, por lo menos: hoy no lo vemos, pero Ibiza está sometida a este régimen de lluvias, destructivo por lo que tiene de súbito. Quiero decir que a largas sequías se suceden tormentas feroces, los temporales de Levante (lo de gota fría es una tontería que ya nadie usa).
El otro día explicamos que antes de final de siglo, en el Mediterráneo ya se darán huracanes. Recordemos que ahora vientos 100 k/h no son raros. Multipliquen por dos. Yo me acordaba días pasados (en pleno temporal) del palacio de Congresos de Santa Eulalia.
Eso no obstante, aunque el mar suba un metro, las Pitiusas no son las maravillosas islas Maldivas, que ya han decidido comprar en Australia o en la India grandes extensiones de terreno para ubicar a los 300.000 habitantes (Ibiza en verano). La causa es simple: la altura máxima de estas islas de arenas blanquísimas es de dos metros. Y ya han visto las orejas al lobo.
No hará falta hacer esto en Ibiza. Sólo invertir el espíritu de las leyes, o sea permitir construir en las montañas y dejar que se largue la gente de la costa.