domingo, noviembre 12, 2017

El catalán recula sin cesar


Leo que la ex bombera y vicepresidenta del Consell de Ibiza, Viviana Sans, ansía una España con visión plurinacional y radicalmente democrática. Cualquier cosa menos defender la democracia participativa actual -muy mejorable, en algunos aspectos. Yo también desearía una visión pluri-estereoscópica y una democracia radical para Podemos, un partido o una secta totalitaria y bastante cruel con sus propios miembros, que se apuntaría a un bombardeo con tal de cargarse el statu quo y la actual configuración de España como un Estado de las Autonomías.
El cuanto peor mejor para poder pescar en el río revuelto aquello que las urnas no les conceden, aunque a decir verdad, si cuajan los proyectos de resucitar el nefasto Frente Popular de 1936-1939, podrían llegara tener opciones de gobernar.
Por otra parte, llevo meses leyendo que el catalán se usa cada vez menos. Los alumnos, forzados a sumergirse en el barcelonés colonizador, en cuanto abandonan las aulas se pasan al idioma que más gustan, esto es el español. Y lo que es más curioso, los nuevos ibicencos hablan un castellano sin el acento ibicenco o catalán que arrastramos las generaciones anteriores. Y lo viven sin dramas. Simplemente prescinden del catalán, que es un idioma farragoso, arcaico y cada vez menos usado.
Hay que reconocer que lo tiene difícil el idioma limosín, encajonado entre el francés y el castellano y rematado por arriba por el alemán y el inglés de los millones de turistas europeos que conviven con nosotros durante seis meses al año.
Esta idea enerva a los mandarines catalanistas. Yo lo observo como un hecho atmosférico y casi me hace gracia que enseñen el catalán a medio millón de marroquíes que a la menor oportunidad se pasan al español. Claro que al derrochar ingentes cantidades de dinero de todos los españoles consiguen colocar a su ejército de profesores, hábiles en el adoctrinamiento político.
No diré nombres. Uno dice que el catalán está en serio peligro. Otro dice lo contrario. Conclusión: uno de los dos dice la verdad.