miércoles, mayo 30, 2012

Balancearse en el balcón


El balconing se practica desde hace muchos años y en casi todo el mundo, pero Ibiza carda la lana y gana la fama. Ya en febrero he ido siguiendo los jóvenes estrellados en el suelo, en la terraza o en la piscina.

En las Canarias, en Cataluña y en Mallorca (y en otros sitios) van produciéndose casos que la prensa publica con un extraño sentido de la oportunidad. En Cataluña incluso amenazan (les encanta amenazar desde que murió Franco en 1975) con denunciar a todos aquellos turoperadores que promocionen viajes colectivos de vacaciones alcohólicas. Pero da igual, están encantados de facturar a estos grupos de estudiantes que vienen a emborracharse en Lloret durante tres días seguidos. Y encima les cosen a multas. Hay que recaudar.
Con el ´Tripartit´ llegaron más lejos: acosaban -sin gran éxito- a todas aquellas publicaciones internacionales que contaran la verdad sobre la realidad de ´Catalonia´.
En Ibiza también se quejaron al principio, al menos la consejería de Turismo de Palau y el Fomento de Turismo. Desaconsejé la medida por inútil y por ingenua en su momento. Y lo seguí haciendo cuando los hoteleros se propusieron distribuir un video contra el ´balconing´. Un derroche que hubiera tenido justamente el efecto contrario, escribí. Y perdón por las autocitas, pero no puedo citar -que yo sepa- a nadie más, ni a Schopenhauer ni a Sartre. Y necesito recordarlo.
Tenemos que recordar que llevamos un largo trecho caminado. Escribo en mayo y dentro de un mes empezará otra vez la lluvia de británicos eufóricos, es inevitable, porque ellos no quieren evitarlo. Incluso lo encuentran tétricamente divertido.
Hace unas semanas vi el capítulo donde el doctor House (la serie televisiva) llega al vértigo y al hastío existencial más peligrosos. Atiborrado de sus pastillas contra el dolor, y en una estado alucinatorio, decide matar el aburrimiento por el expeditivo método de liquidar al aburrido. Sube a un cuarto piso de un hotel y... se lanza al vacío, ante el espanto de los presentes. Caerá en una piscina. No siempre ocurre así.
En Ibiza llevamos ya la experiencia desde los años 80 por lo menos. Casi cuarenta años después no hemos sabido neutralizar la combinación de drogas, alcohol y vigilia permanente. Al contrario. El tipo de turismo, la edad del turismo, la conducta del turista pitiuso nos lleva a la conclusión de que seguiremos recogiendo los fragmentos de jóvenes cadáveres en los embaldosados bordes de nuestras piscinas.
Parece el mínimo tributo a este estresante turismo que se ha adueñado de las islas: ruidosos sin cesar, atiborrados de drogas químicas con efectos que en muchos casos desconocen los profesionales de urgencias.
Ellos se traen consigo incluso a sus camellos o traficantes. Nosotros les ponemos las discotecas incluso en las playas (ante el descarado y vergonzoso fomento de nuestros alcaldes) y con horarios salvajes abiertos en otros locales. Lo único positivo es que el ´balconing´ de Ibiza será el más caro del planeta si es cierto que Ibiza es la segunda ciudad del mundo con mayor subida en sus hoteles. Las autoridades de los consells y ayuntamientos tendrían que pensar muy bien en las consecuencias de sus actos.


sábado, mayo 26, 2012

Hemos perdido las playas


Al principio no había nada, pero el Sumo Creador se puso en faena y creó Ibiza y todo el resto en menos de siete días. No seamos modestos, Ibiza también estaba incluida en sus planes, lo que no sabía nadie es que una isla que ha tardado millones de años en configurarse, acabaría sin una sola playa limpia y accesible para los ibicencos normales, corrientes y molientes.
Se acabaron los espacios. Si se llega a la cala o playa con la barca, habrá problemas para fondear, pero si se llega con el coche lo más probable es que no haya aparcamiento, o que sea carísimo o que te desvalijen el vehículo.
Y esto que El Creador lo tenía todo previsto: no contaba con el poder destructor de los neopitiusos.
Puso luz, puso tinieblas y las distinguió, separó las aguas de las tierras, llenó el mar de peces y de yerba las tierras secas; le gustó lo que hacía, porque todavía no había parido al hombre y las cosas se iban asentando con cierto equilibrio y serenidad. «Haya estrellas en el firmamento» y nacieron los soles, todo irradiaba luz sobre la isla de Ibiza, donde ya germinaban gramíneas, férulas y amapolas.
Entusiasmado con su obra, llenó las aguas de animales acuáticos y muchas aves que surcaron el cielo, graznando sobre los lugares altos, como sa Cala de Sant Vicent, la Mola, es Vedrà... Multiplicaos, dispersaos, ordenó el jefe y los bichos, las culebras y las reses iniciaron una interminable peregrinación para cubrir todo el planeta, no solo Formentera o Ibiza.
Y ahora viene lo difícil, en realidad no sé cómo explicarlo, porque es cuando se fastidia el programa: el Señor crea el especulador, al hotelero, a los futbolistas y sacándoles algo más que una costilla, produce las mujeres, que aparecen muy satisfechas y mesándose la melena como si tal cosa, inocentes y libres de toda culpa (todavía).
Entonces dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y que tome posesión sobre los peces del mar, las aves que revolotean libres en el cielo y los bichos y animales que se arrastran por la tierra».
Pasaron cien, mil, millones, miles de millones, hasta que apareció un ibicenco con boina, hecha a mano con la piel de una liebre cazada con una pedrada. Faltaban al menos dos mil años para el nacimiento del Hijo del Creador.
Un buen día llegaron los fenicios para cargar bayas, agua y frutas salvajes. Cientos de años después, sus hijos los cartagineses, incluso los romanos un poco más tarde. Hablaban una jerga desmesurada y cantarina que recuerda mucho al catalán del 2012, pero no era lo mismo.
Hace sólo 60 años empezaron a llegar forasteros que se solazaban en el mar y se tendían en las arenas abundantes. Tanto gustó este deporte que en el ínterin han desaparecido las arenas, tapadas por unos forros de plástico (hamacas) al modo de los invernaderos de Almería. Apenas queda un metro libre para sentarse o tenderse sobre las arenas.
Ya no podemos ir a peor, dijo alguien. Craso error: en 2011 comenzaron a invadir los calveros de arena con estruendosas instalaciones, donde los extraños se entregan a furiosas danzas en misterioso trance químico. Y ahora no duerme ni Dios.


miércoles, mayo 23, 2012

´Beach clubs´, otro error

 Me gustaría saber a cuantos vecinos molestan estos estruendosos clubs playeros, donde se impone un nivel de decibelios que atentan contra toda lógica y seguramente contra la ley. No dejan de ser otra trampa para destrozar al turista, para ordeñarlo minuto tras minuto, sin descanso, sin pausas.
Esto podría ser un aliciente para patrocinar una maratón de discos en las arenas interminables de las playas de la Península. Pero en Ibiza, donde apenas tenemos playas, y lo poco que tenemos está sobreocupado por las hamacas carísimas, esto constituye un error fenomenal más. Otro más. Uno tras otro.
No me extraña que Ibiza sea conocida en todo el mundo por su droga, sus violencia, sus accidentes, su sangre.
Ya es sabido que no podemos tenerlo todo, pero si pudiéramos elegir ¿por qué siempre nos quedamos con lo peor? ¿Para beneficiar a una docena de empresarios? El problema es que la gente que viva en Ibiza se irá encontrando cada vez más acosada.
Algunos reductos han ganado algunas batallas, pero todos sabemos que cualquier día amaneceremos con nuestra casa invadida por el ruido de una monstruosa discoteca de playa, o una gasolinera comenzará a envenenar nuestras aguas o simplemente nos construirán una depuradora, un horno crematorio o una discoteca rural (ay, las diosas con vocación de procrear...)

Es una secreto a voces que nadie soporta 7/24 horas de fiesta sin un descanso. Hubo un tiempo en que se llegó a un repliegue considerable, con el cierre de las discos y dejando unas horas de margen antes de cualquier apertura. Ni siquiera sé cómo ha quedado establecida la situación reglamentaria.
Pero ya me decepciona bastante que los alcaldes soliciten a las discotecas una clausura de final de temporada más tardía. No servirá de nada, pero ya demuestra el tipo de turismo que pretenden cultivar. Y encima quieren más campos de golf y puertos deportivos. ¿Para qué si quien debiera utilizarlos está empastillado bailando con lobos en las arenas contaminadas de los beach clubs?

¿En invierno? Tampoco, incluso cierran los hoteles de cinco estrellas porque no hay clientes y si los hubiera no hay aviones para llegar. Pocas playas disponibles y encima las saboteamos convirtiéndolas en discotecas. Unos genios somos.
Quizás nos iría mejor controlando mucho las urbanizaciones construibles, los campos de golf proyectados y remodelando los puertos existentes para su uso multiplicado durante 3 meses de verano. Pero sin obras fijas definitivas.
Siempre se pone como excusa lo más urgente para rehuir la solución y el diseño de lo más importante, pero Ibiza y Formentera tienen pocas opciones si no consiguen enfriar la codicia de algunos empresarios y la implícita de algunos políticos.
Las islas se perdieron el día en que se olvidó la regla de oro, la máxima regla: nosotros vivimos del turismo, no de construir urbanizaciones para blanquear capitales de las mafias gallega, italiana, rusa o ibicenca.

sábado, mayo 19, 2012

Apuntes risueños cartagineses


Foto de ConoceEspaña.blogspot.com

El fenicio se sorprende a sí mismo porque últimamente ha escrito varios artículos con un tono sombrío que no sé si es propio de un buen navegante.
Quizás se deba a esta extraña sensación de precariedad que se respira siempre por estas fechas, o por la crisis que nos tiene atenazados -y quedan varios años- o porque en Ibiza nos hemos ido cerrando puertas y nos hemos ido especializando en un tipo de turismo (narcoturismo le llamamos ya algunos) incompatible con cualquier otro. Hoy voy a intentar dejar anotadas algunas ideas esbozadas en el Cuaderno Púrpura del fenicio.
Por ejemplo se confirma el colapso en las ventas de las agencias de viajes españolas. La preventa de vacaciones ha caído hasta niveles que nadie había visto jamás. Tanto las históricas, como las redes ya consolidadas o las nuevas franquicias han detectado un marasmo, sin duda relacionado con la intensa campaña de noticias pésimas sobre la economía española. Ya avisamos aquí hace unas semanas de la caída muy pronunciada del turismo español a Ibiza. Veremos.
Toni Marí, Carraca, dice que se ha cometido una injusticia histórica con los propietarios de Benirràs. Pues mira, por una vez y sin que sirva de precedente, estoy totalmente de acuerdo. Es injusto y poco equilibrado que todas las urbanizaciones se construyan en el Sur, Este y Oeste de la isla, dejando al municipio de San Juan como el pequeño Amazonas de la isla, por cierto lesionando gravemente los derechos adquiridos de unos propietarios a los que habrá que indemnizar con el dinero de todos los contribuyentes.
Por otra parte, una cincuentena de chalés no suponen presión añadida remarcable y sí en cambio una presencia responsable y vigilancia de la zona, que la necesita. La auténtica presión la ejercen los miles de vehículos que infestan la zona diariamente.
¿Nos van a embargar el ayuntamiento de Vila por fin, como culminación a la brillante política del grupo socialista con la inapreciable ayuda de los nacionalistas? Ya se han recibido varias órdenes de embargo por la deuda que reclama Bruesa a Itusa. El asunto Eivissa Centre no ha sido juzgado, pero sigue coleando. La actual alcaldesa va soltando información con cuentagotas, lo cual irrita a la oposición, parte de la cual se ha paseado por medio mundo con una flema digna de mejor causa. Incluso -dice Marienna€- han ido a Italia para elegir pavimentos o mirar baldosas o contar trenes (¿recuerdan ´Trainspotting´?) o qué sé yo. Esto no les ha gustado y hay amenazas de denuncia por difamación. Calma.
Peléense, pero dejen a los juzgados en paz: con el atasco que llevan sólo faltaría recargarlo con más papeleo. Además, queda pendiente el tema principal, Ibiza Centro, que sigue en el limbo.
Por otra parte, sería interesante recuperar un poco el humor. Si han ido a Italia habrán elegido pavimentos. Son tan bonitos que es imposible no hacerlo. Comprarlos ya es otra cosa. Así que vamos a usar el doble sentido para recuperar un poco el humor, como hace mi admirado Alfonso Ussía, cuando descubre unos versos del poeta Manuel Verdugo, que salió del armario en tiempos difíciles. Dicen así: «Si el hombre quiere, imperfecto/ la perfección alcanzar,/ el buen camino es el recto, ¡Y por él debe tomar!».

miércoles, mayo 16, 2012

Limitar los vehículos en las pitiusas

Cada vez lo tenemos más claro. O Ibiza y Formentera limitan con rigor el ascendente ritmo de entradas de vehículos o estas islas ya están finiquitadas para el turismo y quizás para la vida diaria de los residentes. 
Yo entiendo a aquel gasolinero que se quejaba mucho de la crisis y pedía más coches. En Ibiza se han matriculado 3.000 vehículos más en un año. Hay que sumarlos a los ya existentes, más la riada de vehículos que vomitan sobre Ibiza y Formentera estas navieras que tanto nos quieren. 
Pero pensemos un poco. Pongamos que un vehículo tiene de media 2 metros de largo. Si multiplicamos 2 por 3.000 ¿no nos da 6.000? ¿Y 6.000 acaso no son 6 kilómetros? Ahí lo tienen. En un año hemos comprado coches añadidos desde la entrada de San Antonio hasta la de San Rafael, más o menos. 
¿Seguimos jugando? En Ibiza hay 120.917 vehículos matriculados, es decir... casi 242 kilómetros puestos en hilera, si no me equivoco. 

Es comprensible esta vigorosa venta de coches por el peculiar diseño disperso de la isla.
El crecimiento demográfico es incesante. Dentro de unos días llegarán miles de ingleses, españoles, italianos para buscarse la vida y ellos, junto a los 300.000 turistas, ejercerán una presión brutal sobre estas frágiles islas, ya muy masacradas.
 Miren, nosotros les esperamos durante diez meses y ellos, los casi dos millones de turistas o visitantes, quieren coincidir en la isla durante 70 o 80 días. El resto del año aquí nos quedamos, pagando unos precios abusivos. Lo digo con todo convencimiento: o hacen algo los gobernantes o estamos acabados, tanto por la insostenibilidad como por lo insoportable de la situación. 
Ya hacen algo. Todo lo contrario de lo que tendrían que hacer: cultivar la discoteca, el beach club, el narcoturismo y la vorágine indigerible. La puntilla final. Los únicos que han afrontado el problema son los políticos de Formentera, pero no harán nada. Hablan mucho, pero les cuesta una barbaridad llevar sus ideas a cabo. Me refiero a la anunciada medida de limitar la entrada de vehículos. Espero equivocarme y que actúen sin miedo. Ibiza debiera hacer lo mismo, sin esperar más, sintiéndolo por las navieras –que tanto nos quieren, como se ha demostrado con la multa de 54 millones– y por las gasolineras.

¿Habrá algún político capaz de plantear siquiera el problema o todo lo que se les ocurre es la sandez de pedir a las discotecas que retrasen la fecha del cierre? Se están luciendo los alcaldes (¿o alcaldas?) ibicencos. 
Técnicamente es factible, aunque me gustaría comentarlo con Bartolomé Planas, por ejemplo, que tiene el don de la visión matemática. Formentera descubre ahora que han llegado al límite. Van por buen camino. 
Quien me preocupa es Ibiza, que no sólo piensa que no hemos llegado al límite sino que se ha lanzado a una feroz campaña de fomento de obras y de desbloqueo de licencias (algunas, como el caso de Benirrás con total justicia) que significarán sumar 20.000 habitantes más. 
Ya sabemos que el socialismo es ruina, ineptitud, crisis y derroche sectario. Y sabemos que el PP es convertir Consell y ayuntamientos en colosales inmobiliarias. Nos gustaría mucho saber que las cosas pueden cambiar, porque no hemos llegado al límite, ya lo hemos sobrepasado con creces. Tarde lo descubrirán algunos.

sábado, mayo 12, 2012

Hace 30 años que tenemos 80.000 plazas


Leo un amplia entrevista con Juan José Riera Ramón, presidente de la federación de los hoteleros de las Pitiusas, de la que pueden extraerse algunas conclusiones e ideas interesantes y quizás sería apropiado tenerlas muy presentes.
Como yo le tengo por una persona muy trabajadora y honrada, doy por útiles muchos de los datos que maneja. Excepto uno, sobre el que que me gustaría cuestionarle, no a él, sino la cifra.
Más que nada es como recordando aquella murga del cantautor: ya hace veinte años que tiene veinte años. Pues casi lo mismo, ya hace 20 años, y al menos 10 más, que Ibiza y Formentera tienen 80.000 plazas hoteleras. Imagino que no hay que confundir plazas turísticas con plazas estrictamente hoteleras, pero ni aun así.
Desde principios de los años 80 manejamos esta cifra y se nos ha quedado grabada como un disco rayado, y no hay manera de hacerla desaparecer. De ninguna de las maneras es hecho posible ni factible que Ibiza y Formentera tengan hoy solo 80.000 plazas. Han de ser muchas más. Estos datos los tiene que saber el presidente y me permito formularle algunos matices.
¿Se incluyen las urbanizaciones como plazas hoteleras? ¿Quién hace el catálogo, el rol de este tipo de plazas turísticas, solo el Consell?
El mismo Juanjo nos explica que «hace solo diez años había un hotel de cinco estrellas y hoy hay seis. Y de cuatro estrellas hemos pasado de tener 18 a tener 28 en pocos años. Ha habido una mejora cualitativa...» ¿Y cuantitativa? Repito, desde 1982 ¿no hemos aumentado ni en diez mil plazas, viendo cómo se han inaugurado cada año miles de nuevos inmuebles? Después dicen que Ibiza es cada vez más pobre. Es muy lógico. No sabemos ni contar los catres.
Si esto es así, ya podemos pedir la dimisión en bloque de las autoridades turísticas. No solo sirven para derrochar sino que permiten mantener una situación caótica con miles de plazas fuera de la ley, de la ley fiscal al menos.
Otro tema que afecta gravemente al reparto posible de la riqueza es la resurrección y el aumento de ventas de packs turísticos. Es decir, ´Todo Incluido´, una práctica letal para los intereses de Ibiza y que apenas deja más que problemas y gasto sobre la isla.
Este práctica tomó fuerza en 2011 por la avalancha de turistas rebotados del norte de África y del mundo islámico, pero lleva un lustro enquistándose en las estructuras turísticas de Ibiza y será complicado exterminarla, porque de hecho y en principio no es ilegal.
Finalmente, con muy buen sentido, Juanjo reclama la parte correspondiente a las Pitiusas para la promoción turística. Los hechos y la experiencia ya han demostrado hasta la saciedad que Mallorca es una isla preciosa, pero es nuestra competencia directa. No es nuestra ayuda, es nuestro cáncer. Y controlando la capacidad de gasto promocional nos pueden dejar (en el caso de los alemanes lo han hecho) en la cuneta con toda facilidad. Da igual que manden los nacional-socialistas o los peperos: los mallorquines siempre miran por Mallorca en cuestiones de turismo. Y cuando lo hacen suelen lesionar los derechos pitiusos.
Quizás nuestra única defensa sea mantenernos oficialmente durante un siglo en las 80.000 plazas, en vez de las 160.000 que probablemente tenemos (?). Y la gente de Ibiza cada vez más pobre, más arruinada y con menor calidad de vida. Mande quien mande.

miércoles, mayo 09, 2012

Sí, pero ¿y la vida sin coche?



Sin apenas darnos cuenta hemos pasado de aquella Ibiza hecha a la medida del hombre (del hombre bajito, mediterráneo, fenicio) a una isla mecanizada y deshumanizada. Es la verdad.
Hay sitios en los que por razones de distancias enormes no se puede prescindir del helicóptero o de la avioneta, como en algunos estados de los Estados Unidos o en Australia.
Exacta y concretamente por la misma razón, hay ciudades en las que las piernas, los pies, sólo sirven para lucir bonitos zapatos o para vestir eróticos vestidos. El hombre como ser caminante desaparece. El hombre se transforma en un robot empotrado en una máquina.
Todavía peor, me cuentan quienes viven en Los Ángeles o la han visitado, que, si la policía te encuentra caminando, lo más probable es que detenga el vehículo y te pida la documentación, para empapelarte o para ayudarte. Un individuo que camina es un sospechoso.
Los Ángeles es una ciudad dispersa, como Ibiza, una gran ciudad desparramada, en la que el coche ha sustituido las piernas y debido a que el crecimiento no ha sido en conglomeraciones ni en conurbaciones, los servicios públicos apenas son eficaces.
¿Les suena esto a algo?
Exacto. Lo mismo ocurre en Ibiza y ya no tiene arreglo. Ibiza no es sólo una isla de 572 km2..., es una garden-city, como Los Ángeles, una gran ciudad-isla-jardín-bosque.
Es lo que hay y no tiene solución. ¿Alguien la ve?
Claro que usted me dirá: «Pero esto puede cambiar». Mi respuesta: «Y cambiará. Pero a peor, a mil veces peor. Y no digamos nada de Formentera».
¿Hay alguien que piensa que el diseño disperso en la ruralía pitiusa tiene alguna posibilidad de solucionarse con trenes, autobuses, microbuses o con bicicletas? No, claro que no.
Y de de todo modos, cuando despertó, el dinosaurio seguía allí. Y serán cada vez más coches sobre la isla. En un año, 3.000 más.
En pleno hundimiento de los puestos de empleo y en pleno proceso de pérdidas y cierres de negocio Ibiza ha matriculado tres mil vehículos. ¿Cuántos se han retirado? Ni uno o casi ni uno.
Yo comprendo que para los comerciales esto es una buena noticia, pero no lo es para nuestra economía ni para nuestra calidad de vida. Para vivir en Ibiza hoy, a no ser que tengas la oficina al lado de casa, se necesita un coche para cada trabajador.
Seamos francos: el coche ya no es un fetiche de lujo para lucir o presumir: es una herramienta mecánica para trasladarnos, es decir, es lo mismo que una pala o un martillo, un enser imprescindible para ejercer nuestra función laboral.
Por eso siempre digo que Ibiza no sólo es insostenible. También ya se ha hecho inaguantable, insoportable y lo irá siendo mucho más.
Sí, pero ¿y sin coche? No podríamos movernos, no podríamos trabajar.
Seguro.

sábado, mayo 05, 2012

Turismo a la defensiva


A lo largo del invierno hemos ido anotando las impresiones y las informaciones muy optimistas con respecto al turismo en Ibiza. Los datos y la observación en las ferias, sobre todo las de Londres y Berlín, son halagüeños para las Pitiusas, aunque este verano la marca de cerveza dedicará su anuncio a las bellezas mallorquinas. Primero fue Formentera, después Menorca y ahora la mayor de todas. De momento Ibiza queda al margen, pero no nos hace ninguna falta. ¿O sí?
La pregunta retórica se debe a una certeza difícil de rebatir: los españoles gastarán mucho menos durante este verano. El consumo interior se ha desplomado, incluso con respecto al 2011. Esto no es bueno para Ibiza, una isla que se nutre de los británicos y españoles, con el aporte proteínico de los panzudos germanos.
Pero los españoles están para pocas cervezas. La Semana Santa es un test infalible, como las Fallas de Valencia. En ambos casos los visitantes han disminuido sensiblemente y las noches de pernoctación todavía más.
Incluso la patronal Exceltur, en absoluto negativa ni pesimista, se ha visto obligada a rectificar sus propias previsiones de principios de año: el turismo nacional de toda España entrará en recesión este mismo verano y los buenos augurios del turismo extranjero no compensará la caída del 0,3%.
A pesar de ello, con este registro, la actividad turística se comportará mucho mejor que el conjunto de la economía española.
En Ibiza no podemos cantar victoria, porque la competencia es atroz. Las costas españolas acogen a nuestros compatriotas con los brazos abiertos y a unos precios bastante más atractivos. Los precios de Ibiza empiezan a pesar como una losa, a excepción de alguna oferta especial, por supuesto sólo en los meses punta. Y en cuanto a los alemanes, conocemos la técnica de optimización de los operadores turísticos, hoteleros y compañías de bajo coste: primero llenan Mallorca hasta reventar, y cuando ya no cabe una barriga alemana más, nos la mandan a Ibiza. A esto le llaman eufemísticamente «efecto rebose» , cuando sería mucho más preciso decir que nos la meten doblada por detrás.
O sea, menos triunfalismo, porque en 2012, teniendo la coyuntura internacional a favor (los serios acontecimientos del Magreb) no estamos mejorando estructuralmente. Son picos y subidas coyunturales y episódicas.
Es decir, funcionamos a la defensiva. Y quedamos a la espera de ver el alcance del descenso del consumo interno sobre Ibiza y Formentera.
El ministro Soria, muy lejos de abaratar el IVA turístico y de facilitar los accesos con bajas tasas aéreas ha hecho casi todo lo contrario. El mismo presupuesto del ministerio es un 30% menor y esto se hará notar sobre Turespaña, lo cual a su vez podría afectar en el ritmo de continuidad de nuestro Parador Fenicio.
A la defensiva, sí, con sumo cuidado. Ganas no faltan, pero quizás falten otras cosas.

miércoles, mayo 02, 2012

Pitiusas, insostenibles e inaguantables



Vamos a decir algo muy claro, a ver si ustedes están de acuerdo: en Ibiza no está ocurriendo nada que no hubiera sido predicho o que no hubiera sido previsible en su momento. Por esta misma regla de tres –salvo desgracias apocalípticas–, si nos esforzamos un poco en reflexionar entre todos, podemos prever como será Ibiza dentro de cinco o quince años. ¿Ya lo digo? Será insostenible pero también insoportable, inaguantable.
Ya sabemos que las Pitiusas son insostenibles desde los años 80. El geógrafo catalán Ros Hombravella cuantificó grosso modo esta insostenibilidad en una relación mágica de siete a uno. Quiero decir que para mantener una Ibiza funcionando a tope harían falta unas siete Ibizas. Pero como no tenemos siete Ibizas, ni siquiera una de recambio, tenemos que importar los bienes, servicios y energía de otras partes.
Quiere decir algo más: no nos estamos cargando solo una Ibiza, sino que llevamos un ritmo mediante al cual nos cargaríamos siete islas como Ibiza. Podemos dorar la píldora, eliminar sesgos de contabilidad, dulcificar el proceso masivo de destrucción, pero el resultado final sólo nos lleva a una sensación: espanto.
Y cuando digo Ibiza, incluyo tranquilamente a Formentera, pues lleva una cadencia diabólica de masacre casi superior a la ibicenca. Menos mal que disponen de auténticos genios de la ingeniería hidráulica (¿hídrica?) contagiados por el espíritu de Julio Verne, aquel osado personaje que ya ubicó una parte de la acción de ´Hector Servadac´ en los peñascos de la Mola. Llevados, decía, de sus hervores y fervores amorosos por Formentera han conseguido sacar ¡aguas termales!
¿Quién no recuerda de sexto de Física que cada 33 metros de profundidad la tierra se calienta un grado? No lo consulto, de modo que si no fuera exacto, me doy por amonestado con una orejas de burro. Pero el fenómeno sí es bien conocido.
Dentro de un mes, casi todas las aguas superficiales de las Pitiusas no serán termales, pero serán térmicas, quiero decir térmicamente altas, que es lo que supongo ocurre con la perforación centenaria (a centenares de metros ¿no es una locura?) que ha sacado un chorro de agua tibia. Es decir, si nos hemos acabado el agua subterránea, la sacamos del mar, pero si nos cabreamos la sacamos a 200 metros más allá del fondo del mar.
Tengo curiosidad por que alguien me explique este episodio de hostelería ficción, como sigo teniendo curiosidad por las fumigaciones (también le ha tocado a Formentera) con productos químicos contra la procesionaria, pero que están afectando a las colmenas de abejas melíferas.
Así que no solo consumimos siete veces más de lo que podemos producir por nosotros mismos, sino que nos cargamos todo lo que tocamos.
Y si no queda nada por destruir en tierra o a ras de mar, perforamos la plataforma bajo las aguas. Que nadie descarte que pueda encontrarse un yacimiento de café con leche con sacarina. Y después nos quejamos de las prospecciones petrolíferas.