El fenicio lleva un Cuaderno Púrpura donde anota las perseidas (ideas fugaces) y las tonterías que se le ocurren…
La energía es un tema que tengo abandonado. El fenicio se rasca la nariz, que es buena señal, pues sólo se rasca la napia cuando ha decidido algo.
“Rascarse la nariz es un trabajo inútil. Gasto demasiada energía rascando”.
El fenicio conoce las habilidades de sus congéneres hace ya al menos dos mil años. Los fenicios dieron a grandes filósofos y a numerosos físicos que desvelaron algunos principios de la naturaleza y en muchos casos, entre lo que supieron y lo que copiaron, desarrollaron la tecnología pertinente para el uso y el aprovechamiento de energías desatadas en la naturaleza.
Conocían perfectamente la fuerza de las mareas y… de las corrientes subterráneas. Yo he explicado dos, siempre relacionadas con el agua, un elemento por el que sentían fascinación, quizás porque los fenicios provenimos del desierto.
Con unos odres de piel en forma de embudo aplicados a la inversa a los surtidores de agua dulce de los fondos del mar (como ocurría por ejemplo en el puerto de San Antonio o en el Estany Pudent de Formentera) lograron levantar el agua potable hasta los depósitos de su barcaza.
En Gibraltar era imposible pasar el estrecho de Tartessos, Columnas de Hércules, (muchos años después se llamaría Gibraltar): los vientos aconsejaban alejarse. Non Plus Ultra. No hay nada más allá de esta puerta. Pero los fenicios descubrieron que en el fondo del estrecho hay una corriente potentísima que cual río desbocado escapa hacia el Atlántico. Ya que por arriba el viento les venía a contra vela, ellos idearon una vela submarina para que la energía mecánica empujara la barca hacia el océano. Y vaya si lo conseguían.
Seguro que hay libros que cuentan centenares de inventos fenicios.
Usaban el sol, el viento, las brisas, las mareas, las corrientes, la sal, un complejo equipo de herramientas para los más diversos oficios. Y por supuesto la tracción animal, la más cara de todas.
Por cierto, un animal vivo es un depósito de vitaminas y un potentísimo medio para lograr la expansión cultural. Los fenicios solían llevar en sus barcas gallináceas, cerdos, algún caballo o mulo, perros egipcios y otros varios.
Anoto en el cuaderno: por habernos trasladado a una energía y a una cultura de importación, hemos olvidado las antiguas soluciones fenicias.
Un ibicenco de 1952 vivía prácticamente con la misma tecnología y cultura material que un fenicio de Biblos mil años antes de Jesucristo.
Por esto somos tan diametralmente opuestos a los catalanes, por ejemplo.
Pitiusos, hombres de mar, hagamos memoria histórica y recuperemos nuestro recetario. Y encima, energía gratis.