Lamento darle la razón a este constructor que ha ribeteado columnas, ventanas y puertas de colores azules o cremas. Ignoro quien ha entendido que el color de Ibiza ha de ser blanco, en cualquier caso es un malentendido.
Incluso en San Antonio, dentro del mismo pueblo, ha habido siempre casas y hoteles que han usado otros tonos. Por mucho que queramos pintar la isla de blanco no conseguiremos ennoblecerla, porque la hemos dejado en manos de un sistema de parcelaciones caótico.
El blanco de Ibiza se refiere a la luz, muy luminosa, refulgente y deslumbradora. Entre el cielo casi siempre despejado y el mar que sirve de espejo, la luminiscencia es abrumadora.
Cuando llega alguien de Hamburgo, baja del avión y pisa el aeropuerto, queda deslumbrado, en sentido literal. Algo parecido ocurre en el Caribe, pero en menos grado que en nuestras Pitiusas.
Esta luz entregada no sirve de coartada ni nos ha privado de las mismas enfermedades contagiosas que en otros sitios. En realidad llega a ser molesta.
Ya sólo falta que las casas se pinten de blanco por norma y encima con pintura plástica o con yeso. Antes se encalaban y esto mismo explica esta blancura, la cal de Ibiza, una isla eminentemente calcárea. Embellecía, desinfectaba y ayudaba al sustento de la piedra. Ya lo creo.
No había otra cosa. Al margen de nuestras carencias, alguien dedujo que la blancura (relativa, muchas casas payesas han usado el azul, el marrón, el verde, algunas gamas de rojo) era hermosa. En realidad no, pero la blancura repele gran parte de la radiación solar, que en verano era excesivamente prolongada. Por ello muchas casas se hacían con varias parras que servían de toldo y además daban sus frutos.
¿Por qué se van a plantar dos o cuatro parras en la fachada, con el consiguiente peligro de atracción de mosquitos y pulgón? Porque los beneficios que presentaba eran mucho mayores. En verano ofrecía la sombra benéfica, caída la hoja caduca en invierno, permitía la entrada del sol hasta el interior del porche.
No tenemos necesidad de seguir usando el blanco. Tenemos dos o tres pintores que han pintado Ibiza de una forma inapelable, casi sin usar el blanco: Narcís Puget Viñas, por ejemplo, apenas usa el blanco en sus cuadros, muy ibicencos. Hay otros, naturalmente.
Y añado que se me ha pasado el artículo en blanco, porque yo quería hablar hoy de los cabrachos y de las anémonas. Otro día.