Al menos Fitur ha salido al escenario para romper el aburrimiento. Los que lo analizamos desde la barrera tenemos la obligación de ser benévolos, porque los artistas de la promoción en pleno enero lo tienen muy difícil.
Conozco Madrid, conozco la efervescencia de Madrid, con unas ganas irracionales de apuntarse a un bombardeo, de hacer historia, de inventarse movidas, de forjar falsos héroes y de pagarles por nada.
Sólo Madrid podía inventarse algo como Arco, la feria de arte contemporáneo que siempre quiso ser la FIAC de París y mantenerlo en pie durante 20 años. O jalear las banalidades de Almodóvar y auparlo hasta el Oscar.
Madrid es Madrid, enternecedor, histórico, infantil, carísimo, generoso, cosmopolita, civilizado, enrevesado e irracional. Pero siempre deja una rendija para que emerjan las maravillas del último vendedor de ilusiones.
Me parece bien si se sabe frenar a tiempo. Madrid no sabe y por eso ahora es una de las ciudades más caras y menos rentables: todo aquello de calidad que ofrezca Madrid o es importado para la ocasión o pertenece al maravilloso Madrid histórico.
Madrid es una ciudad que merece una excursión de 3 días cada par de años y después salir a otros sitios donde haya otras vidas. En esto se parece a Ibiza: a tope mientras se pueda, salir por pies y por favor que nadie se lo cuente a los papás.
Los madrileños siempre son amables, cálidos de corazón y muestran esta poética pulsión de la eterna soltera pueblerina que busca un novio desesperadamente para salir del pueblo y comenzar una nueva vida.
Hoy reina la cautela. El pasmo es general. La gripe A no ha conseguido paralizar la ciudad, ni siquiera la nieve, ni las bochornosas y derrochadoras alcaldadas de Gallardón.
Es como si el Madrid escéptico que se las mantuvo con Napoleón supiera que hoy España no puede aspirar a brotes verdes, sabe que seguirá la sangría laboral, el cierre de empresas y de tiendecitas del todo Madrid, sabe que no disminuye el número de consumidores de drogas duras, aumentan los delincuentes violentos, la prostitución, y aumenta el deterioro de la calidad de vida. Y nadie sabe como detener la maquinaria diabólica: el único que se mueve es este odiado Gallardón, pero se mueve para subir los impuestos.
Saben en suma que España es la única economía entre los países desarrollados que seguirá en recesión. Por eso están tan contentos de realizar grandes viajes, pero sólo en su imaginación: les basta con atiborrarse de canapés en Fitur, llevarse cinco kilos de papel cuché y en soñar con una Ibiza veraniega llena de famosos, millonarios vestidos de blanco, cenando en restaurantes atiborrados de clientes europeos aseados, hermosos. Después, gran discoteca, encontré el amor de mi vida para dos horas y champán francés.
En Ibiza les dejamos que sueñen. Ya despertarán. De momento, en la isla aumenta el paro y el Todo Incluído. Y gracias Señor por este año de nieves, aunque no cuajaron.