Hace diez años llegaron a la isla 446.590 visitantes germanos, mientras que en 2009 lo hicieron sólo 231.237 publicó el Diario y yo lo reproduje en el artículo donde cifrábamos nuestras esperanzas puestas en Alemania.
Dos cosas: primera, si confiamos nuestra temporada turística (y los hoteleros insisten en seguir promocionándose en Alemania, que por pedir no quede) en Alemania, vamos listos. Estamos apañados. Alemania, Inglaterra, Francia e Italia habían mejorado un poquito, o iban menos mal, pero en los últimos datos han reculado. Todos ellos.
Y la segunda cosa se me ocurre leyendo varios artículos en las páginas salmón que comentan la ya famosa frase de Paul Krugman, un Nobel que empezó alabando a Zapatero y ahora lo vapulea sistemáticamente. Para este economista, la década que estamos concluyendo es una doble cero, en el sentido de que es cierto, 2010 lleva dos ceros, pero los resultados económicos obtenidos por Estados Unidos han sido una ruina, un caos.
Este tipo de ocurrencias son muy útiles para extrapolarlas y es lo que han hecho muchos. El peligro es caer en banalidades o apreciaciones injustas, y en esto ninguno de los que escribimos estamos a salvo.
Por ejemplo, se ha dado por sentado que para España ha sido una década igualmente ruinosa, causada en gran parte por la política de Zapatero que comenzó siguiendo la curva ascendente del ladrillo y no ejecutó medidas que salvaguardaran nuestro crecimiento.
El ex ministro Sevilla ha respondido que eso no es cierto y estoy de acuerdo. La década ha sido positiva y en cualquier caso la culpa vendría de los tiempos de Aznar. Pues no, el calentamiento de la economía basada en el ladrillo –con la inapreciable ayuda de una Ley de Costas que fue recurrida enseguida– se origina por lo menos en 1985, con Felipe González.
Si reducimos nuestro enfoque a Ibiza y Formentera, descubriremos que no somos tan distintos al resto de España. Hemos pasado por la misma curva ascendente y por los mismos baches, aunque dado el carácter peculiar de nuestra industria, el turismo, solemos recibir los golpes y los premios diferidos unos meses más tarde, a veces hasta un año.
No voy a analizar los últimos 10 años, pero es un reto y todo quedó predicho (mejor, deducido) en varios artículos anteriores.
Por ejemplo, ya me temía que pasarían los tiempos boyantes, se fundirían los fondos de cohesión europeos y en Ibiza nos quedaríamos sin las grandes infraestructuras: estaciones, hospitales, puerto, vías, colegios, etc. Ahora podemos ir reclamando al cabo furriel y las autovías todavía se deben.
En 10 años ¿hemos perdido turismo, hemos mejorado la planta hotelera, hemos solucionado los accesos y los transportes, hemos solucionado los precios abusivos de los fletes, hemos convertido Ibiza y Formentera en islas más sostenibles y habitables?
En suma, la pregunta es ¿hemos perdido una década?