Hubo señales de alarma? ¿Cómo es posible que hayamos llegado a depender de unos cientos de aviones charter cargados de niñatos bailones?
A la primera pregunta la respuesta es sí.
Pero aquí parece que nadie atiende. Nadie quiere escuchar. Y algunos que debieran prestar atención no interpretan los mensajes a conveniencia de la sociedad.
Si no, no se comprende cómo se tiene a Ibiza en tan baja estima. Estas islitas han dado mucho dinero. Cantidades astronómicas que han servido para potenciar otras inversiones exteriores, lo cual no estaría mal –cada cual es dueño de su dinero– si se hubiera reinvertido el suficiente capital para mantener y mejorar nuestras instalaciones.
Esto no ha sucedido así. De poco sirven la media docena de buenos hoteles que se han abierto en los últimos años si no se arrinconan o retiran del mercado decenas y quizás centenares de establecimientos obsoletos.
Imagino que llevamos marcado en los genes que Ibiza sólo es válida en verano. Es una gran equivocación, pero después de cincuenta años de comerciar con el turismo no le veo solución, ni el año que viene ni dentro de cinco años.
¿Cuál es el problema? Muchos, pero el más importante es cómo llegar y cómo salir. Una familia que quiera venir a Ibiza en enero o en marzo comienza a investigar las opciones (¿) y queda tan perplejo que al final prefiere otro destino menos problemático.
Y no quiero obviar el precio de los pocos servicios existentes. Los ciudadanos delegamos nuestro voto para que el gobierno trabaje y cumpla con su función. Nos encanta verles en el fútbol, en las inauguraciones (hay un concejal de Vila que le ha cogido el tranquillo y no se pierde ni un canapé, diantres, qué pesadilla en las fotos del diario).
Los precios de los transportes marítimos para las mercancías y las personas son inasumibles. No estamos pidiendo que el Govern nos financie (sólo sirve para que las navieras ganen más) sino que investigue –comparando desde Chile hasta Shanghai si es necesario– estos altísimos precios. Sin prisas, sin pausas, al trabajo, actuación, menos palabras, más hechos. ¿Dónde está el problema para investigar con rigor cualquier abuso?
El problema del transporte en general es tan estructural que incluso en verano nos afecta.
No nos podemos dejar deslumbrar por la frecuencia o secuencia de charters y de ferries, porque sólo llenan una demanda rígida y cerrada.
Los charter tienen sus propias normas internas y apenas afectan al cliente que quiere ir por libre, y los ferries aumentan sus servicios a mitad de junio. Todo el mundo contribuye a que Ibiza sólo funcione tres meses al año como mucho.
Pero es no es funcionar, eso es ordeñar la vaca.