Si el fenicio tuviera un restaurante en Ibiza o una tienda de ropa se haría esta reflexión: «Me piden más impuestos, me suben el IVA cuando ya tengo la temporada empezada; con los impuestos se promociona un tipo de turismo que va a los hoteles del Todo Incluido y a mí no me llega nadie o es un tipo de turismo que se va las 24 horas de discotecas».
Quizás sea cierto que entre todos lo haremos todo, pero el aceite de la paella siempre va hacia el mismo lado, porque quienes tienen el mango suelen ser los mismos de siempre.
En los años ochenta yo me refería a la maltización de Ibiza, recordando que en Malta viven 413.000 habitantes en datos de 2008. Y en efecto, la fácil previsión se ha ido cumpliendo, porque Ibiza ha pasado de unos 50.000 a unos 125.000 en sólo unas décadas.
En lo demográfico nos hemos hipertrofiado, pero no ha crecido en la misma proporción el número de turistas mínimo necesario, que llegó a un punto de saturación y ya no somos capaces de sobrepasarlo. Al contrario, desde hace al menos dos lustros perdemos turismo en cantidad, pero también lo perdemos en calidad.
El proceso de reducción del turismo lo podríamos llamar jibarización de la temporada. Siempre mantuvimos unas cifras equilibradas, desde abril hasta noviembre, pero Ibiza ya se ha rendido, ha bajado los brazos, ha tirado la toalla y ha cerrado los hoteles en invierno.
Cuando las discotecas se presentan como las salvadoras del turismo (y no como los culpables en parte de su hundimiento), yo suelo recoger en clave de humor su reto: Si es cierto, tenemos la solución dejando abiertas todo el año las discotecas. De esta forma la isla se mantendrá ocupada todo el año completo.
Obviamente, las discotecas parasitan lo que ya era un nivel de turismo asentado en casi dos millones, pero que ha ido a menos. Y seguirá yendo a menos.
Los indios amazónicos Shouar conocidos como jíbaros coleccionaban las cabezas de sus enemigos (y quizás todavía lo hacen) y las reducían por un curioso método de cocción de la piel y secado. No deja de ser todo un homenaje al decapitado, pero en el caso de Ibiza, la jibarización de la temporada no tiene ninguna gracia.
Si comenzamos a recibir turismo a finales de junio y sólo vienen los paquetes del Todo Incluido, los comerciantes y la oferta complementaria queda al margen del banquete laboral. Esta es la tendencia, tanto en Mallorca como en Ibiza (ignoro el caso de Menorca), y va en aumento.
De manera que, razonando desde la anécdota a la categoría, hemos resumido con dos párrafos la depauperada situación de nuestro turismo actual. Todo Incluido y turismo de discotecas.
Y demos gracia de que vengan estos. Que tampoco está asegurado.