Aquí todo el mundo quiere animarnos, pero pocos tienen soluciones. Se agradece el voluntarismo. Los gabinetes de estudios ven brotes verdes. También Vicente Torres, nuestro flamante cargo recién nombrado en turismo. Ya sólo faltaba el director del aeropuerto y el presidente de la federación de los hoteleros.
Ellos también observan indicios de brotes. Pero los brotes verdes de momento van quedando fritos por la realidad.
La situación coyuntural nos facilitará un alivio durante los meses de temporada del verano (al menos tres) sin ninguna duda, pero eso ya se daba por descontado. El problema es muy real y muy profundo y el mismo portavoz de la patronal hotelera lo admite cuando apunta que queda «mucho por remontar en este mercado».
Lo sabe bien porque analiza el desplome de Ibiza: en el año 2000 nos visitaron 446.590 turistas alemanes y en el año 2009 sólo 231.000.
Es curioso que Mallorca, nuestra querida isla hermana y nuestra mayor competencia directa, haya aumentado en una cantidad idéntica (incluso mayor) a la perdida por Ibiza.
De hecho Mallorca se lleva casi todo el turismo alemán, con 3,3 millones.
Quedan 300.000 más que se reparten entre Ibiza, Formentera y Menorca. Las migajas.
Estas cifras nos ilustran sobre el fenómeno, es decir, no es que Alemania haya dejado de enviar turistas, es que no vienen a Ibiza.
No es que falle el turismo alemán, es que la imagen de Ibiza se ha desplomado.
A mí personalmente no me sorprende, cuando llevo ya más de tres décadas alertando y escribiéndolo.
Quiero decir que en la isla todo el mundo conoce las causas, más o menos. En estos diez años ha gobernado el Pacto y el PP. ¿Captan?
Y es por ello por lo que siempre repito que, llegados a un punto óptimo de promoción básica, es derrochar el dinero y seguir aumentando el presupuesto dedicado a promoción, cuando mejor sería dedicarlo a solucionar problemas en las islas. El alemán no se deja engañar fácilmente y se rebota cuando intentan venderle una cosa distinta a la que ha contratado.
También las tuvo en su día la huida en masa del turismo sueco, cuando se analizaron las causas (una de ellas, la mala calidad de las bebidas destiladas) de las numerosas caídas desde las terrazas y los balcones de los hoteles.
Dejaron de venir más suecos y no pasó nada porque eran unos miles.
¿Se puede prescindir del mercado alemán, que llegó a ser casi el 30% del total de nuestros clientes? Hogaño aparecen indicios de brotes verdes, pero nuestra economía está congelada.
Tenemos el enemigo dentro, supongo.
Diario de Ibiza