Nos pasamos la vida luchando y perdiendo el tiempo por lo evidente. No salgo de mi asombro al descubrir que todavía ahora los hoteleros de Ibiza suplican que se use el nombre de Ibiza en la promoción destinada al mercado alemán. Y en todos.
Esta memez de Illes Balears impresa en grandes carteles parece pensada cuidadosamente para hundir las islas Baleares. En los grandes países europeos están muy lejos de las sandeces nacionalistas que nos están hundiendo al Estado en la miseria en una curiosa regresión al siglo XIX, que es cuando despunta y desfloran los nacionalistas hispánicos.
El Pacte de Progrés ya nos hizo la jugarreta de usar Eivissa en vez de Ibiza. Todo ello queda muy vernáculo, folclórico, pero de poca eficacia comunicativa.
Nada peor cuando un gobierno pierde la sensatez, gobierna contra los intereses comunes y emprende la senda de las estériles ingeniarías sociales.
Así nos va en Ibiza desde hace diez años. Por eso digo que nuestra crisis no es de ahora, es mucho más profunda.
En estos momentos de tribulación los constructores, los empresarios, han usado mucho el argumento de vencer al paro mediante grande obras. Ya iban lanzados a puertos deportivos, campos de golf, cientos de urbanizaciones (¿digo bien cuando digo cientos en los últimos diez años?).
Pero todo eso es falso. Es una excusa.
Se han construido las autovías, otras grandes obras, se han edificado miles de apartamentos y cada vez hay más paro y queda menos territorio y menos belleza en la isla.
A río revuelto siempre hay ganancia de oportunistas. Lo mismo ocurre ahora cuando se nos anuncian planes E con mucho cartel y casi ninguna eficacia. Sólo sirven para endeudarnos más.
Todos estos derroches no crean puestos de trabajo, no mejoran la isla y además quedan a deberse, como han quedado las autovías. Todo aquel dinero que vaya destinado a las autovías no podrá ir a educación, sanidad, seguridad, inversión o a otras infraestructuras. Cuando no hay suficiente dinero para todo ni para todos, alguien queda descalzo. Otra evidencia.
Lo mismo ocurre con este decreto por el cual los hoteles quieren ser de «interés general» cuando son lo más particular del mundo, pero eso les facilitará las obras de reforma, que yo supongo de ampliación de más plazas. Aunque es probable que los más cautos mejoren realmente sus instalaciones para adecuarse a una nueva demanda, como es evidente.
Lo que me parece más peligroso es dejar crecer más establecimientos de turismo rural o agroturismos o bien dejarles adosar un número indeterminado de habitaciones. Yo sería muy prudente en esta cuestión.
Ibiza no puede crecer más, incluso debiera decrecer y esponjarse.
Diario de Ibiza